Clamil Uñas

No suelo ir a spas de uñas, por el simple hecho de que me da miedo y resulta antihigiénico. Hasta que un día me di verguenza al mirarme las uñas y buscando encontré Clamil (que en ese momento me quedaba cerca del trabajo).
El local es chiquito, pero cada una de las chicas que trabaja ahí tiene una mesita que pasó todos mis controles de obsesiva con una toalla y una luz. Al costado tienen una mesita con esmalte, pinzas y limas que está siempre limpio y prolijo.
El trabajo que hacen me gusta, aunque si no voy tan seguido es porque me aburro un poco mientras ellas trabajan, no son muy charladoras y yo no puedo estar callada.
En cuanto a uñas soy bastante sobria, por lo que nunca probé los diseños que tienen, pero me han mostrado diseños tratando de convencerme que están muy buenos.
Hay que sacar turno, porque por la zona no hay muchos spas de manos y hay mucha demanda. Los precios no me parecen nada caros aunque no puedo hacerlo con la misma frecuencia que antes.