Edificio Kavanagh

Me sentiría un completo antipatria si dijera que pasear por las callecitas que rodean al Edifico Kavanagh remiten a la mismísima europa aristocrática.
Este edificio sí cumple con la época pero no con el lugar. Es bien argentino, y con orgullo.
En su momento fue el edificio más grande de Latinoamérica, y aunque hoy en día fue superado por otros cuantos, podemos seguir afirmando que es arquitectónicamente hermoso.
FIRME es la palabra que lo describe. Uno se para frente al Kavanagh y es casi imposible no sentirse ínfimo.
Piel de gallina imaginar a la Buenos Aires del 1936 (cuando después de dos años terminaron de construir el edificio) y todos sus personajes de la elite porteña.
Actualmente vive la embajadora argentina en UK, hijos descendientes de familias de la high society de Buenos Aires, periodistas, arquitectos, etc.
Dato que ni me imaginaba: los residentes no pagan impuestos, ya que fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Detengámonos un momento en el mito de la iglesia, conocido por todos.
Sáquense de la cabeza por un minuto la historia y miren la callecita que construyó el boca en boca. Es preciosa, parece salida de un cuento –no de hadas, justamente-​, pero cuento al fin.
Por si no prestaron atención a este ángulo, acá les dejo una foto.

Cinéfilo como soy, no puedo evitar asociar el Edificio Kavanagh al gran personaje de Elsa Berenguer en Nueve reinas, la señora paqueta que les vendía las estampillas a los estafadores que hacían Ricardo Darín y Gastón Pauls. Es que el Kavanagh es un edificio emblemático, una torre construida cuando todavía no había torres en Buenos Aires, y está habitado por los integrantes de la alta sociedad argentina y del mundo.
El Kavanagh da a la Plaza San Martín y desde sus pisos más altos se ve el Río de la Plata. Fue inaugurado en los años ’30 y en ese momento fue el edificio más alto de Sudamérica. Cuenta la leyenda que lo mandó a construir la millonaria Corina Kavanagh para darle sombra a la iglesia del Santísimo Sacramento, sepulcro familiar de los Anchorena, como venganza porque la familia patricia rechazó que uno de sus herederos se case con una de las hijas de Corina.
Tiene 31 pisos y 105 departamentos, todos diferentes y grandes: van de los 140 m2 a los 700m2 del departamento del piso 14. Está prohibido hacer modificaciones incluso adentro de los departamentos y cada persona que se muda, debe firmar un documento comprometiéndose a mantener el departamento tal cual lo compró.
La silueta especial del Kavanagh se recorta contra el cielo porteño en Retiro y construye una postal tan típica como la del Obelisco o Caminito.

Todos conocemos la historia de cómo Corina Kavanagh estaba teniendo un romance prohibido con un joven Anchorena y mandó a construir este edificio para que la abuela mala persona que estaba en contra de la unión no viera su iglesia preferida, el Santísimo Sacramento. Todo muy romántico y transgresor. Lo siento, chicos, la historia es apócrifa. No pasó nada de eso.
Muchos me van a ignorar y van a seguir creyéndola, porque es un mito porteño que pega fuerte y nos encanta. Pero vamos, ¿con un edificio así quien carajo necesita esa historia cursi para hablar de él? Estamos hablando del rascacielos de hormigón armado más alto de Sudamérica cuando se terminó de construir en 1936. Una maravilla arquitectónica art decó de los arquitectos Sánchez, Lagos y De la Torre. El primer edificio de departamentos con aire acondicionado central. No sé, ¿tengo que seguir? Es un monumento histórico nacional. En 2013 salió elegido el edificio más lindo de Buenos Aires. Tiene no sé cuantos premios por fachada y adentro hay una placa que lo distingue IGUALITA a una que está en la Estatua de la Libertad en Nueva York. Nada mal.
No se puede entrar, a menos que tengas un conocido adentro que te invite a chusmear. Pero con sólo verlo de afuera, alcanza para entender la bestia arquitectónica que es esto. Está bueno darse una vuelta alrededor de la estructura y verlo desde todos los ángulos.