Ernesto Casariego

A la mayoría de las personas les da miedo ir al dentista. Y dentro de ese grupo a algunos nos da pánico. Pueden pensar que estoy exagerando, que a fin de cuentas es una mala experiencia por la que tenemos que pasar todos con cierta regularidad y listo. Se equivocan. Este pánico al dentista me llevó a tener durante años una conducta absolutamente irracional: viviendo en esta ciudad, viajaba 100 km para ir al dentista que me atendía desde chica.
La cuestión es que entre el trabajo, el estudio y las pocas ganas de volver a mi ciudad natal, las visitas al dentista eran cada vez más espaciadas. Entonces un día tomé coraje y pedí recomendaciones a gente conocida. Y así llegué a lo de Ernesto Casariego.
Profesionalmente es impecable. Tiene toda la paciencia necesaria para lidiar con una paciente como yo (y se necesita realmente mucha!). Y como si con eso no alcanzara, su secretaría es un amor, el consultorio está en un edificio antiguo remodelado que es un espectáculo y desde la camilla podés ver una tele que está puesta estratégicamente para que te distraigas mientras él trabaja en tu boca.