Fundación PROA

Uno de los. museos mas lindos de Buenos Aires, las muestras siempre son impecables, recomiendo hacer las visitas guiadas. Y para coronar un capuccino en el bar con vista al río, que mas podes pedir?

Ubicado allá al fondo de la ciudad (?) está Fundación PROA, en pleno La Boca.
Un edificio moderno que no es enorme, pero tampoco es chico. Totalmente accesible en todo sentido: varias líneas de bondi llegan hasta allá y está equipado y adaptado para que personas con movilidad reducida puedan recorrerlo sin dificultad. El diseño y la arquitectura es consistente con su temática principal: arte contemporáneo.
Suele promover artistas contemporáneos locales, tal vez no tan conocidos dentro del consumo popular pero reconocidos internacionalmente. También es el lugar elegido para exponer gran cantidad de artistas contemporáneos internacionales, algunos fallecidos en los últimos años y otros que aún están en actividad.
A pesar de ser un museo privado, la entrada es accesible. Depende en general de la muestra, pero no son precios desquiciados. Todos los días hay un horario en la que hacen visita guiada y el tema de las fotos es impredecible: queda a decisión del artista que expone, no del museo.
Vale la pena chequear la agenda cada tanto, tal vez encuentres una exposición de ese artista que internet te hizo conocer y nunca pensaste poder ver sus obras en vivo.

No sé como todavía no hice una reseña de Proa, habiendo ido como 8 veces ya. Me encanta este lugar, empecemos por ahí. Siempre está en mi top de la oferta cultural porteña, ya que traen muchas de las exposiciones que tengo ganas de ver. Es de los espacios más buenos que hay en la ciudad si lo consideramos según los estándares internacionales.
Realmente, funciona como una casa de exhibiciones más que como museo, porque no tienen una colección permanente. Las muestras duran unos dos o tres meses y después se renuevan completamente, así que siempre que vayas vas a ver algo distinto. La onda de lo que traen es medio arte-​arte-​arte a veces, así que te diría que revises si lo que vas a ver te interesa o no, para no llevarse disgustos.
Las visitas guiadas son MUY recomendables. La gente que las hace está informada enserio y no son un x que pusieron a leerte los cartelitos pegados al lado de las obras. Más cuando son muestras de cosas que por ahí necesitas que te expliquen un poco el contexto, las recomiendo un monton. Son súper didácticas. (Son de martes a viernes a las 17, los sábados a las 15, y los domingos a las 15 y a las 17).
La entrada al museo no es gratuita, pero los martes (creo) los estudiantes entran sin pagar y el resto de la semana pagan 15 pesos nomas, así que no es tan terrible.
Es un plan hermoso ir a la mañana a ver la exhibición, quedarse a almorzar en el Café Proa disfrutando de la vista al rio, y darse una vueltita por la librería que es excelente.
La única queja que puedo llegar a tener es el lugar a donde está, medio lejos de todo, para mi. Te subís al 29 o al 152 y llegás en 15 – 20 minutos desde retiro en los fines de semana, pero en la semana, con el quilombo que es atravesar el centro, hay que ver si vale la pena. Más allá de eso, voy siempre y seguiré yendo.

Es un lugar divino. Siempre hay muestras interesantes. Tiene un bar/​restaurante con una terraza con vista a Caminito y el río. La zona es muy turística, accesible (van varios colectivos). Buena opción para un fin de semana.

Fundación PROA es uno de los lugares de arte más lindos de la Ciudad. Aunque en estos momentos no hay niguna muestra (hasta los primeros días de julio) pasamos para chequear la librería y el café, que es divino. La Fundación trae las mejores muestras y es un lugar que sobresale en La Boca.
Sobre el café, tiene una vista ideal y podés encontrar los precios del menú en la entrada a PROA. No son tan elevados como uno esperaría y es un oasis genial.
En verano, los sillones preparados para estar afuera deben llenarse!

PROA es de los centros de arte contemporáneo más lindos y más dinámicos de la ciudad. Alberga exposiciones con artistas muy conocidos (Loiuse Bourgeois, Ron Mueck, Alberto Giacometti y muchos más), al mismo tiempo que deja espacio para algunos muy interesantes pero que todavía no atraen al público masivo.
Las instalaciones están impecables –aunque para mí copia, aunque a mucho menor escala, al Tate Modern de Londres-​. PROA logró incorporar inmuebles antiguos del barrio de La Boca y convertirlos en espacios modernos que dialogan con el entorno. La librería tiene una vista privilegiada sobre el Riachuelo, lo mismo que el bar que se encuentra en la terraza. Según cómo sople el viento y si hay o no olor proveniente del río, recomiendo tomar o comer algo en la terraza sólo para sentarse y tener todo el cielo azul arriba.
Vale la pena consultar la programación del auditorio, suelen tener conferencias muy buenas y películas difíciles de conseguir.

En el auditorio de PROA tuve la oportunidad de escuchar a dos de los tipos a los que más disfruto leer: Jon Lee Anderson y Juan Villoro. Ambos cronistas llegaron –en diferentes momentos– en el marco de actividades organizadas por la FNPI. Disfruté mucho esos encuentros y creo que ahí nació mi cariño por el museo de La Boca.
Me queda trasmano. Caminito es pintoresco, sí, pero está repleto de gente, no se puede caminar, la música aturde. Fui una vez y creo que ya basta para mí. Así que no puedo enganchar la visita a Proa con ese paseo. Tengo que tomar la decisión e ir solo ahí. La última vez que estuve en PROA fue para ver la exposición de Ron Mueck, que me impactó: los gigantes, sus detalles, los rasgos, los pliegues de la piel. Y la sala le quedaba perfecta, con cada espacio para una obra y el aire necesario entre ellas para poder disfrutar todo.
PROA tiene una librería preciosa, con mesas largas y computadoras en las que hacer consultas, y también un café. En mi visita a Mueck no conseguí mesa pero bueno, ya suficiente que casi no tuve que hacer fila para entrar. Café Proa funciona todo el día y las veces que me senté ahí tomé café rico y probé un jugo de frutos rojos que la rompe. Desde el balcón y los ventanales se ve el Riachuelo y el viejo puente de La Boca, paisaje que, aunque suene raro, desde ahí es atractivo.

La Fundación Proa es uno de mis museos preferidos de la ciudad. Queda en La Boca que no me queda cerca viviendo en Belgrano, pero siempre y cuando hay una exposición especial voy. No me gusta mucho el caminito pero ir hasta allí para la Proa me parece perfecto.
El museo en si es muy moderno y tiene un café/​restaurante con terraza en el último piso. Fuimos una vez para tomar un café nomas porque es medio caro el menú.
Fui hace poco para ir a ver las obras de Ron Mueck, el Ingles que hace esculturas vividas de personas corrientes. Unos amigos me habían aconsejado de ir así que fuimos un domingo. Nos sorprendió la espera que había (¡1.5 horas!) pero para un show de este calibre se entiende. Eso es lo que me gusta de La PROA — muchas veces la eligen para espectáculos buenos junto con el MALBA.
Un consejo: fíjate bien que hay un espectáculo antes de ir. Fui con algunas primas que me estaban visitando de afuera y no quedó muy claro en el sitio web que no hubo un espectáculo. Y no es que haya una colección permanente para ver si no hay un espectáculo en particular — no hay absolutamente nada. Obviamente no nos cobraron pero solo logramos tomar un café. Es decir, ¡averigua bien!