Lo de Coki

Un poco alejado del epicentro de cafés de la calle Nicaragua, del otro lado de Dorrego, lo de Coki es un cafecito tranquilo por donde comienza casi Colegiales pet-​friendly.
Ese es un gran diferencial. Los pets son súper bienvenidos por allá y podés pasar la tarde que hay comida para ellos y también espacios especiales. A parte de eso, la comida en Coki es rica, también una pastelería caserita, mozos que atienden bien y comida correcta.
Mi pasión por allá es el postre que se llama Bajoncito de Fer, que es una cookie con bocha de helado de crema. Sí, es simple, lo podés hacer en casa, pero es sabroso, re va con un café y re da para cualquier tarde, ya sea de frio o calor.
Coki está más bien escondido y es una opción más tranqui, si querés huir un poco de Pani, Oui Oui o Nucha que viven super llenos.

Para llegar a esta esquina, viniendo desde el lado de Cabildo, hay que hacer un curso de cartografía o venir con el GPS abierto. Pero una vez que llegás, todas las vueltas en zigzag valieron la pena. Justo en el horizonte entre el fin de Palermo y el nacimiento de Colegiales, las calles ya tienen paz, arboles y perfume barrial.
«Cantina chic», así la bautizaron y lleva su apodo con altura. Es una casa vieja de dos pisos, reciclada. Las paredes son un contraste de empapelados, muebles antiguos que no ocultan el uso, colores por todos lados en un empaste de objetos sin relación de estilo-​unas mascaras onda carnaval de Venecia son lo único que arrancaría de las paredes– y hogar a leña. La música de fondo es otra ensalada rusa, entre chill y y un mix hindu-​tecno, Sabina o Divididos, a volumen perfecto. Todo es un qulimbo divino.
La carta fue la ultima– pero no por eso menos importante– razón de mi enamoramiento. Mate con refill, café con leche en tazón, limonadas o jugos de la casa, desayunos y meriendas armadas, estilo frances, argentino e inglés-​con jamón y huevos revueltos o pasado por agua, muffins, medialunas o tostadas en pan de campo según corresponda-​hamburguesas, papas fritas, sandwiches que van desde el clásico lomito con huevo frito hasta el de salmón o leberwurst con mostaza y pickles, todos acompañados de verdes, omelettes, ensaladas, bruschetas, revueltos, pastas Dececco, tragos, y almuerzos de diferentes pasos a precios que se solidarizan con el bolsillo descocido del argentino.