Tapicería del Automóvil

Son de esas cosas que las ves, las sabes, las dejas y un día se rompen definitivamente y allí recién te dan bronca porque te sientes un tarado.
Estoy hablando del asiento de atrás de la furgoneta.
Empezó mi hijo a quejarse de que el asiento estaba duro, siguió después mi mujer con que el resorte se le clavaba, después puso un almohadoncito que más o menos aguantaba el peso de todos sin molestar.
Pero, ayer, ya la cosa cabio totalmente, y una raja apareció contándome que la tela se había roto y el resorte asomaba con alegría como si de un escondrijo se tratara.
Y allí fui, al tapicero del barrio, especialista en estas historias y que sabe muy bien de lo que se trata un automóvil.
Ya había ido una vez para tapizar un viejo sillón y recordaba que él se ganaba muy bien la vida con los coches.
Y así fue como amablemente me dijo que podía dejar el asiento, menos mal que son los que se sacan, y que me reforzaría el relleno, enderezaría los resortes y todo quedaría como nuevo aproximadamente por 300 pesos, si no había complicaciones.
La próxima vez, no me pasa, y ya que estaba, le compré unas fundas grises para cuidado del resto.