Pasaje Enrique Santos Discépolo

El pasaje Enrique Santos Discepolo esta ubicado a metros de Corrientes y Riobamba y es un pasaje que creo que dura solo una cuadra y en el está el teatro El Picadero, una confiteria que da a la calle y que esta en el mismo lugar que el teatro. Cuenta con sillas y sombrillas afuera y lugar también adentro.
El lugar es muy lindo, con una calle amplia y empedrada y la vereda también es grande.

Me queda de paso volviendo del trabajo y ahorro unos metros de camino cruzando por acá. Hace poco lo refaccionaron todo y le pusieron unas luces en la vereda que lo iluminan desde abajo. Quedó mejor que antes aunque se tomaron una buena cantidad de meses para hacer la obra y el pasaje quedó casi cerrado por un rato largo.
Otra renovación fue el Teatro El Picadero que fue restaurado poco antes e incorporó un resto bar muy lindo al cual siempre me dan ganas de entrar cuando paso.
En cada punta de la S hay un café: martinez de un lado y coffee store del otro y en el medio está el Centro Cultural Mordisquito, esto hace que el pasaje tenga bastante vida siempre.

Uso este pasaje como «atajo» para llegar a mi casa, aunque realmente no lo sea, porque aún me sigue generando entusiasmo pasar por ahí.
Es verdad que hasta hace poco era un tanto tenebroso y cuando empezaron las obras de refacción se volvió incómodo y angosto. Pero hoy, con las luminarias en el piso (que me recuerdan el video de Michael Jackson Billie Jean), el Picadero funcionando a pleno y las mesas en la vereda de Café Martínez y el Centro Cultural Mordisquito, la fisonomía cambió.
El pasaje atraviesa la manzana en forma curva porque responde al tendido de las vías que antes pasaban por ahí (Ferrocarril del Oeste). De hecho una placa conmemora el paso inaugural de la locomotora «La porteña».
Otro pedazo de historia puebla el Pasaje. El Teatro El picadero, que supo ser una fábrica de bujías y en 1981 albergó el movimiento cultural que resistió a la dictadura, llamado Teatro Abierto. Impresiona saber que fue incendiado intencionalmente para acallar ese movimiento y que hasta hace muy poco estuvo a punto de ser demolido. Finalmente fue recuperado y hoy vuelve a brillar.
En el pasaje también encontramos la Escuela Normal Superior Nª 9, un mural hecho en venecitas, una librería internacional y el Centro Cultural Mordisquito que funciona como un café muy vivo por las noches.

Al igual que la Fontana de Trevi al Pasaje Enrique Santos Discépolo vale la pena conocerlo de día para apreciarlo luego de noche. El recorrido con forma de «S» comunica la Avenida Corrientes con la calle Lavalle y recuerda al compositor, músico, dramaturgo y cineasta argentino que dio vida a famosos tangos como «Cambalache», «Uno» y «Yira-​yira», entre tantos otros.
Su trazado curvo responde al tendido de las vías del Ferrocarril del Oeste que, desde la Estación Parque, se extendía hasta Floresta. Por allí pasó, en su viaje inaugural el 29 de agosto de 1857, «La Porteña», tal como lo recuerda una placa colocada en el edificio de la esquina del Pasaje y Lavalle.
Si bien fue convertido en peatonal en el año 2003 aún se realizan tareas de refacción y eso pierde un poco su encanto. Aunque de noche sus adoquines iluminados le dan un llamativo especial al lugar. Particularmente me llamó la atención el mural del artista Marino Santamaría, una obra en mosaicos venecianos llena de color.
Uno de los banderines amarillos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anuncia que el 3° domingo de cada mes a las 15:30 h se organiza partiendo desde aquí una caminata que recorre «Historias de guapos, laburantes y tangueros». Que los malevos no queden fuera.