Joyas Guzman

Desde pequeño siempre he sido un obsesionado con el tiempo. Cuando debo juntarme a una hora establecida con alguien, intento llegar a la hora pactada, no un minutos antes ni después. Esto se debe a que no me gusta que me quiten mi tiempo y no me gusta robárselo a otros. Y si me retraso, siento un silente fracaso.
Por lo mismo, en los años que viví en Barrio San Diego, de vez en cuando me daba vueltas en busca de alguna relojería antigua, de esas que uno sabe que han estado en el mismo lugar durante décadas. Por ejemplo, Joyas Guzman, San Diego 123, también es relojería y es el lugar predilecto de los vecinos de esa calle para reparar los cuentatiempos cuando alguna falla presentan.