La puerta arroja el tintineo de su campanilla al entrar uno se encuentra con un gran mesón lleno de libros y tableros de ajedrez. En ambos costados, enormes anaqueles repletos de tomos. Avanzo por uno de los pasillos y al fondo, en un pequeño escritorio y detrás de un Laptop, encuentro con el dueño, viejito bonachón y siempre dispuesto a una sonrisa. Buscaba en ese tiempo, ahora lo recuerdo, algo del poeta norteamericano Ezra Pound. Lo que tenía era un escrito sobre él, pero tenía que buscarlo en su bodega subterránea. Le pregunto por otros autores y títulos, me dice que los tiene, pero no recuerda muy bien en dónde, y es que los estantes están hasta los cachos y es todo un desorden. La invitación, entonces, es buscar, bracear entre los tomos para encontrar el título deseado. Así fue como encontré «La Caída», de Albert Camus($ 3.500), una joya que me fue esquiva e imposible en todos los puestos y picadas de libros que recorrí(«Venía en una caja que compré en un ambarque2, me dice su dueño). Pero no fue el único, la verdad es que nadando en estos estantes uno se puede hallar con verdaderos tesoros. Un rincón más que recomendable para el buscador incansable de libros. Donde además de libros de todo tipo(clásicos, ficción, esoterismo, poesía) encontrarás variados vinilos, tableros de ajedrez y manuales para jugar. Un espacio en el que nos podemos perder toda la tarde.
