Universidad Adolfo Ibáñez

Intentaré ser lo más objetivo posible a pesar de que egresé de esta universidad.
La «Adolfo» como le dicen sus alumnos, tiene sus 6 carreras en este campus, que cuenta con cuatro edificios: A y B (pregrado), D (pregrado y postgrado) y C (postgrado). Tiene dos bibliotecas, con una muy amplia colección de libros (en papel y online) y material gráfico e audiovisual.
Sus estudiantes deben cursar inglés de manera obligatoria (la cantidad de niveles que realizarán depende de sus resultados en un examen inicial) y ocho semestres de actividades deportivas (gimnasio y deportes outdoor).
Con respecto a ello, a pesar de que a veces no me gustaba ir al «gym», me arrepiento de no haberlo aprovechado tanto. ¿Por qué? Porque tiene más de 14 trotadoras (eléctricas y mecánicas), máquinas de peso asistido y una completa sala de pesas.
Yo en vez del gimnasio, prefería las canchas de futbolito (5) y hacer trekking en los campos que rodean la universidad. Igualmente podía hacer otros deportes, como paddel (dos canchas) o basketball (una cancha, la que se ocupa a veces para fútbol-​tenis).
Con lo que les escribí anteriormente; debo haber clarificado la importancia que tiene para esta universidad, el deporte, como una actividad igual de necesaria que los estudios, para generar un desarrollo integral en cada estudiante y porque no, evitar el estrés en momentos de prueba (ayuda mucho).
Hace poco se terminó de construir, el edificio D, el más moderno de la universidad que cuenta con nuevos estudios de T. V y Radio para los alumnos de Periodismo y talleres con tecnologías de punta para quienes cursan Diseño.
Aunque la universidad queda a los pies de la cordillera, todo el día se dirigen buses desde puntos estratégicos de la ciudad para el campus. No es necesario como muchos creen, tener auto para llegar a la UAI, además puedes hacer dedo y la gente casi siempre te sube a la U (yo sobreviví toda mi carrera sin auto).
Algo que sea agradece, es que no tiene cerca distracciones típicas de la época universitaria, como el barrio Bellavista o República (cuantos se pierden ahí), aunque algunas veces eché de menos que hubiese un local cerca para compartir una cerveza con mis compañeros después de una prueba o al terminar los exámenes.