Este mercadillo, por el motivo que sea, es muy conocido por Valencia; es también el más famoso de esta comarca. Los puestos ambulantes se extienden desde prácticamente el inicio de la Avenida de Valencia –yendo en sentido desde Buñol hacia Alborache– y después entra hacia adentro hacia la Plaza de España. Y digo«por el motivo que sea» porque cuando vivía en Mislata escuchaba a muchísima gente hablar del mercadillo de Alborache. No sé, por lo que decían me daba la impresión de ser un mercadillo descomunal, o con muchísimas paradas… Y lo es, en cierto modo, pero creo que no es nada excepcional; a mí básicamente todos me parecen iguales. Lo que más destaco de este mercadillo, y que siempre me ha encantado, es un puesto de encurtidos que hay; suelen haber dos, por eso aclaro: los dueños son un matrimonio mayor muy majo; tienen unos productos para chuparse los dedos. Y como curiosidad, algo que me sorprendió: ¡hay un puesto de pollos a l’ast! Esto no lo había visto en ningún otro mercadillo; ya encontré algo que me parece digno de mención. Como veis: me quedo con dos puestos alejados de la tónica habitual de los puestos que suelen haber en este tipo de sitios; no por nada en especial, es sólo que cuando voy a mercadillos suelo volver a casa con el mismo dinero con el que salí –un remedio anticrisis estupendo – . Debe ser una maldición, seguro, pero nunca encuentro lo que voy buscando. Y no soy muy amigo de mirar y comprar«por si acaso» cuando llevo una idea clara en mente de qué es lo que quiero.