Bar del Convent

Great place for me to bring my toddler to play while I enjoy some empanadas and sandwiches. Selection is small but the location is fun and everything is tasty.

El bar el convent es un perfecto sitio para ir a comer o tomar algo en cualquier época del año. Tienen menús diarios que están bien de precio. Y si tienes perros, has dado con el lugar! Te dejan ir con ellos y los puedes tener tanto dentro como fuera del bar. Tienen mucho espacio para estar con todo el patio del convent. Para estar noches de verano es una gran elección!

Este es uno de mis remansos de paz preferidos, y más aún por su ubicación, en pleno barrio del Born. Un rincón aún no frecuentado por los turistas (aunque siempre encuentres alguno, claro está), con wifi y buena comida (¡recomiendo la tortilla de patatas! Está muy rica). Pero lo que más me gusta es su terraza, a modo de claustro gótico y con sillas, mesas y alguna que otra planta… sencillamente genial.
También tienen un centro lúdico, aunque no dispongo de mucha información sobre las actividades que organizan.
Es apto para perros (puedes llevar a tu perrito y estar tanto en la terraza como en el interior del local). Es decir, es «dog friendly», que es cómo se dice ahora, ¿no? ;)

Muy chulo este bar situado dentro de una especie de claustro con patio interior rodeado de bóvedas.
La primera vez que fui me quedé encantado con la terracita y sus vistas, ideal para llevarse un libro y estar horas!
La parte de dentro más modernilla, con wifi y con una tortilla de patatas increible!
Otro de los puntos a destacar es que si eres amante de los perros, este local permite su presencia tanto dentro como fuera del mismo. Olé por ellos!

I dropped by here for some tea. They have free wifi, a little play area for kids and outdoor seating. I liked how I was able to refill my hot water, too!

Es un bar, cafetería, restaurante, espacio cultural y sala de conciertos. Ahí es nada, ahora empecemos con los detalles.
Si hablamos de la localización: pues diré que está en una maravilla de claustro gótico con sus arcos y sus nervaturas, sus miles de historias de monjes que van y vienen cantando maitines… y ahora hay cafés, cocacolas –de las pequeñas– e infusiones. ¿Tiene delito? No lo creo, he aquí uno de mis sitios favoritos para engancharme con el ordenata mientras me quedo absorto observando las piedras y pensando en vete-​tú-​a-​saber-​qué, luego vuelvo la mirada a la pantalla y sigo. Doy un sorbo a mi bebida y vuelta al tajo.
Vamos con los platos: opción vegana-​vegetariana, rico rico, saludable y directamente de la huerta ecológica. Barato y bueno servido rápido. Un gustico supremo.
Del espacio expositivo no puedo hablar porque las veces que he ido estaba vacío pero sí que he estado en una sesión de electrónica un jueves por la tarde en la que pinchaban glicht’n’cuts… y vuelta al espacio gótico. Lo dicho, maravilla de las de repetir.

Quizá puede parecer algo sucio, típico de los tiempos que corren, convertir parte de un antiguo convento, en un bar. Pero yo sobre todo me fijo en su terraza, que da al mismo claustro del convento: ¡fabuloso!
Si te pides una cervecita o un vino o un mojito, y te sientas a contemplar las arcadas y los ángulos del claustro, te da cierto vértigo temporal (especialmente si es el segundo mojito, ¡ay!), te da por pensar en ese espacio ahora reconvertido, te da por querer escribir una novela histórica. Una mañana soleada, sentado allí, yo solo, se me ocurrió una buena idea. Y eso no es fácil. Eso lo consiguió el escenario…, y la bebida.
También sirven de centro cultural y neurálgico para los barrios que lo rodean, para artistas jóvenes y viejos. Programan actividades culturales o exposiciones que, a veces, están casi a la par con el lugar que las alberga.
Lo único: el interior me parece demasiado modernito para el lugar donde están, quizá salta un poco a la vista respecto lo que acabas de ver en el exterior. Pero bueno, lo compensan a medias con un buen menú –no lo he probado pero lo he visto y tiene buena pinta– y, si os quedáis en la terraza que da al claustro, solucionado.
¡Genial!

Como se te ocurra entrar con un café en la Biblioteca de Catalunya, en el Museu Picasso o en las decenas de iglesias que tenemos por toda la ciudad, es más que probable que el jefe de seguridad de cada una de ellas te rompa, disloque o luxe, como mínimo, una clavícula.
El Bar del Convent debe ser de los pocos sitios de la ciudad condal donde puedes disfrutar de un buen café, menú o refresco envuelto por la cultura que se respira en este espacio centenario. Además, es uno de esos lugares que, si conoces su localización, te invitan a entrar, a diferencia de muchos de los bares y restaurantes que lo rodean, de pretenciosos aires de diseño que, con sus luces tenues y sus mesas bajas te informan de sus precios más que elevados.
Es la mezcla perfecta entre cafetería, sala de exposiciones de artistas locales, terraza al aire libre y un toque de centro cívico de los mejores de la ciudad.

Si estás por el Borne, cerca de calle Princesa, o caminando por calle Comerç y eres vegetariano o te apetece comer muy sano, el Bar del Convent es una muy buena opción. Si además quieres continuar con tu visita turística, o simplemente te interesan las iglesias góticas, aquí te arropará la historia. En verano puedes sentarte en la terraza que da al claustro y relajarte. El interior del establecimiento es muy luminoso e igualmente podrás observar desde los cristales la antigua arquitectura. En cuanto a la comida está muy rica y a un precio muy conveniente: menús por 10 €. La elaboración es muy casera y predominan los productos del barrio y de cooperativas o redes de consumo responsable. Además este espacio se ofrece como punto de encuentro para todo el mundo que quiera, a título individual o como integrante de alguna entidad, dar a conocer sus proyectos o iniciativas.