Amanda estaba muy inquieta en sus primeras semanas. Se veía incómoda, nerviosa al mamar, enfadada a ratos, lloraba más de la cuenta. Nuestra comadrona de cabecera, Inma Marcos, le comentó a Mamá que como el parto había sido muy largo, y nena y madre habían acabado agotadas, le vendría bien una sesión de osteopatía que le ayudara a poner en orden el sistema craneal, pues por ahí podría venir su incomodidad. Así, y por la referencia de la doula que nos acompañó en el nacimiento de la aludida, fuimos a dar a la consulta de este Osteópata especializado entre otras cosas en bebés, que además tuvo a bien recibirnos en pleno verano, mientras el resto de especialistas posibles se bañaban en el meditarráneo. Fue una sesión suave y amable llena de palpaciones y, que valga la pena recordar, con lo que ellos llaman una recreación del parto en la que volví a ver a la peque patas pa’arriba y debo decir que no muy contenta. Nos fuimos con la indicación de volver en un mes sólo si la nena no se veía tranquila, y no, no hizo falta volver.