Malpaso

Unas veces sales con ganas de ir de fina por la vida, y otras sales o acabas con ganas de antro. El Malpaso es el sitio ideal donde acabar con tus huesos para la segunda opción.
Es un sitio totalmente «moderno free»: no hay posturismo, ni flequillos, ni remeras a rayas, ni wayfarer de mercadillo. Es un garito de lo más genuino (y digo «garito» y no «local» porque es lo que mejor se adapta al sitio) y como tal, la parroquia que lo puebla. Cuesta ya encontrar sitios de esta índole en una Barcelona cada vez más aséptica.
Rock casi casi por vía intravenosa, punk, rockabilly, surf… todo lo que pueda sonar a guitarras con ganas y pedigrí; es ideal para acabar la noche bailando con locura y sin complejos.

Ajeno a escenas, ha visto pasar mil y una modas y resiste. En un lugar emblemático como es el entorno de la plaça Reial. Lástima que por sabe Dios qué razón aquí la música, preferentemente rock, siempre acaba engullida por el murmullo conversacional. En fin, quizás la atención personalizada recibida un día sobre cómo preparar una ginebra con naranja de verité o que yo bailo hasta por intuición me lleve a no juzgarles con demasiada dureza. Que bien nos lo pidió Brian Jones.

Estoy harta de decírselo a mi hermana pequeña, que no me lleve a estos lugares tan sórdidos, que yo necesito paz espiritual y que el postpunk y el progresivo me ponen muy nerviosa porque siento la proximidad del fin del mundo. Cada vez que escucho Muse corro al súper a comprar víveres por si empieza la revolución que ha de acabar con el sistema de sistemas.
El Malpaso está bien y es muy auténtico, pero para gentes más duras y valerosas que yo.

Bar canalla por excelencia, en pie desde principios de los ochenta. Lo recomiendo los fines de semana, se llena bastante pero no demasiado como para que resulte agobiante. Si caes en él un día entre semana quizás pueda resultar un pelín desolador aunque en este bar nunca se sabe con lo que te vas a encontrar… La música suele estar muy bien: lo que más suena es rock patrio de calidad (Ilegales, Parálisis Permanente, Los Rebeldes…) o new wave y post-​punk. Es posible que alguna noche el tema se vaya más hacia los 50’s: surf, boogaloo, rockabilly… Todo depende de quién esté tras los platos. Si tienes suerte es posible que te encuentres la mayor parte de los sábado al DJ de La Muerte que lleva ya unos cuantos años al pie del cañón.
Creo que lo que más me gusta de este bar es el mural de la entrada de los baños: un fresco de inspiración fronteriza mexicana con la inevitable inscripción de «Malpaso» que muchísima gente utiliza de fondo para hacerse una foto-​souvenir del lugar.

Huele a años ochenta, sabe a punky pop malasañero y su piel es de textura rocanrolesca, o rocambolesca con tatuajes de portada de discos. En todo caso, es uno de esos locales a los que mola llevar a tus colegas de Madrid y en los que apetece bailar con gente desconocida.