Observatori Fabra

No te esperes la cena de tu vida. Pero las vistas, el ambiente y la visita guiada por el observatorio valen mucho la pena.

Cuando pierdo el norte (y quiero recuperarlo), sólo tengo que girar sobre mi mismo para ubicarme. Lo hacen las estrellas como Bisbal, como lo hacen los anillos de saturno y lo hace la tierra.
Cerca del norte suele estar el Tibidabo, cuya iglesia me ha servido para ubicarme en más de una ocasión. Un poco más alejada, en soledad, algo camuflada por el bosque circundante, emerge una cúpula plateada que parece la guarida de algún genio loco. O peor… porque cuando la cúpula rota descubrimos un gran telescopio que haría las delicias del voyeur más preparado (y depravado).
Una vez estuve en disposición de mirar a través de ese telescopio y es algo que recomiendo a todos aquellos que vivimos en las nubes. A través de él se puede entender lo que significa la palabra UNIVERSO. Pasas a formar parte de las estrellas, formas parte del cielo y lo finito se torna infinito.
Para Acompañar las visitas nocturnas, durante los meses de verano hacen unas cenas en el jardín del observatorio. Es un catering cuyos platos tienen nombres celestes pero que desafortunadamente no consiguen subirte a las estrellas. Pero bueno, para eso siempre hay tiempo.