Ryman Ryman

Cadena de tienadas de artículos de regalo, algunos bastante originales, que tiene 2 ó 3 tiendas en Barcelona. Hay una en el CC Diagonal Mar y otra por Sants, creo.
Hay frikadas la mar de chulas y molonas, otras raras y alguna cosilla … ejem … no sé, que dan cosica.
El precio es más que asequible y os podéis encontrar desde bolitas de disco para la habitación, a los típicos peluches y cojincillos empalagosos (o no tanto) o chuladas como un punching balla antiestrés que pegar en la mesa del despacho.
Para completar regalos de cumple. O directamente para sacaros del apuro de tener que comprar varios, sin empeñar un riñon y además al gusto de cada cumpleañer@, van muy bien.
Son de ese estilo de cadenas y de tiendas.

La tienda ideal donde obtener frikadas y objetos graciosos, ya sean para despedidas de soltero, para hacer algún regalo divertido o para decorar tu casa con algún objeto gracioso.
También tienen tarjetas de felicitación de varios tamaños; la gigante vale 10 euros, que está bien, porque en algún otro sitio me habían llegado a costar hasta 15 euros. Tienen mil clases de peluche, felpudos graciosos, ceniceros con formas originales, lámparas de lava, bolas de discoteca, cajas fuerte en miniatura, huchas, teléfonos-​boca, teléfonos-​hamburguesa… con esto ya puedes imaginar el tipo de tienda que es.
Está en una calle de mucho paso por lo que siempre suele haber gente, pero como en la mayoría de tiendas del centro.

Es inclasificable esta tienda. Es como vender bizarradas sin ton ni son, como un almacén de objetos para decorar cuartos universitarios.
Tiene hasta las canastas para papeleras tan freaks que salen en las series. Peluches de todo tipo y con todos lo niveles de ñoñería posible. Y una mini sección de sexshop algo cutre en la que seguro que muchas despedidas de soltera hacen su parada para complementar la juerga de hembras borrachas y apunto de tirar por la borda su dignidad.

Casi al mismo nivel que los bazares chinos, en lo más hondo de las simas más profundas de la sociedad de consumo, está este engendro con sus pijaditas absolutamente inútiles, reproducciones de reproducciones de reproducciones de imágenes pop y una selección de artículos de broma que para los niños, eso sí, es como oro en paño. Dejando de lado la bolsa de pedos, nada en esta tienda vale la pena, nada, lo cual la convierte al instante en genuino lugar de culto, en deshecho pop descarnado sin ningún tipo de relectura. Los John Waters del futuro disfrutarán mucho más aquí que en cualquier tienda pija de objetos camp, de esas que ahora surgen como setas por el centro. Ryman se pasa la actitud y la ironía posmodernas por el forro de los cojones: aquí es todo tralla, todo es mal gusto. Desde las tazas de cereales con la forma de la cabeza de Elvis hasta la pasmosa sección de juguetes y artilugios con formas sexuales.
Pollas aparte, la verdadera dependienta de Ryman es una chola y la música de ambiente es house de carpa veraniega sesenta decibelios por encima de lo que recomiendan los médicos. Si cuando entran no encuentran ninguna de estas dos cosas, o no están en Ryman Ryman o en algo han fallado sus encargados.

Esta es la que yo llamo cariñosamente «la tienda de las tonterías» y es que en ella puedes encontrar tantas cosas que te llevarías a casa sin pensar y que realmente no sirven para nada… perdón, sí sirven para algunas cosas: a mi me ha sacado de más de un apuro cuando he tenido que hacer un regalo a un chiquillo, un amigo invisible o algo para hacerte perdonar.
En Ryman Ryman todo se puede regalar, desde lo más gracioso hasta lo más sexy y siempre quedas bien. Tengo que reconocer que a mi me abruman estas tiendas que se levantan por encima mío con miles de artículos, tantos que mi cerebro no es capaz de abarcarlo.
Esta tienda en concreto, situada en el centro de la ciudad, es más grande que las otras y los dependientes siempre están de buen rollo.