Cuando he estado lejos de Barcelona durante una temporada una de las cosas que más he echado de menos ha sido este bar, fundamentalmente por los martes o miércoles con el partido de champions de fondo, en una mesa enorme con los amigos del instituto. Ya hace años que vamos y nos encontramos allí, unos días unos, otros días otros, con el fútbol como excusa. El bar, que se presenta como cervecería porque dispone de algunas botellas poco habituales hasta hace dos días en la mayoría de locales, es en realidad muy poco acogedor. Algunas mesas desperdigadas al fondo, con cuatro cuadros feuchos y bombillas completan una barra y una amplia entrada con máquinas tragaperras, periódicos y decoración poco cuidada. El hipnótico carisma de Rosa contrasta con esta escasez de recursos decorativos: camarera clásica, antigua, de pelo cardado y torpe en la reacción, reboza con su perfume y su maquillaje momentos hilarantes como el día que trajo una mediana y ante nuestra sorpresa la volteó pensando que era el vaso, vertiendo la cerveza sobre las rodillas de un colega. Las patatas bravas, de bolsa congelada, son perfectamente prescindibles(aunque insistamos en pedirlas), pero sin duda la principal virtud del Tico Taco, su señuelo, son sus bocadillos. Quédense únicamente con un nombre, un monstruo de carne y colesterol: Súper Chapata.