Wilde Store

cool and original sunglasses. a bit pricey though but cool design at look for this store

Podría describir este sitio simplemente poniendo un: «no tengo palabras».
Pero esta joyita del Raval se merece que me explaye un poquitín más. Ayer y después de varias semanas teniendo pendiente pasar por esta tienda, por fin tuve la oportunidad de ir y entrar. Y qué decir… es para volverse loco de remate: gafas vintage de todas las décadas, de colores, de madera, de mil formas… ¡una pasada! me las quería probar todas, y tuve que salir de allí para evitar una catástrofe en mi economía de febrero… esperaré al mes que viene para regresar y esa vez sí pienso hacerme con al menos unos anteojos de los que tuve el placer de divisar (igual me ven allí el primer día de cada mes jaja). La tienda es pequeñísima, y la decoración mola mil: teles ochenteras, radios, una zebra por ahí en medio… El dependiente nos recibió con una amplia sonrisa y en ningún momento intentó ir a vender. En serio, gracias Thais por descubrirme este tesorín, que no sabía muy bien si comentar aquí porque es algo súper exclusivo… aunque bueno, mi alma de Unilocaler no me ha permitido quedármelo para mi, y al final lo he tenido que compartir ;)

Una tienda única y con mucho encanto vintage donde podréis encontrar todo tipo de lentes (graduadas y de sol) exclusivas, de antaño, recuperadas y remodeladas, incluso algunas ediciones limitadas!
Si pasas por ahí, no puedes dejar de asomarte a la diminuta pero exclusiva y encantadora tiendecita con ese aire retro-​vintage que desprende y dónde el dependiente os atenderá muy amablemente, así da gusto!

Joaquin Costa. Miércoles de otoño por la tarde. He pasado mil o dos mil veces por ese punto, agujero negro de vicio y perdición en el que confluyen coctelerías favoritas y tiendas a tener en cuenta. Y Wilde allá. Pequeña e impertérrita. Mi amigo el del morro fino que me pregunta si alguna vez he entrado en ella. Y yo que le digo que no. Que pa qué, si es una tienda de gafas de sol a lo Elvis. Y veo la estupefacción en su cara. La sorpresa primero, el escándalo después y la condescendencia para rematar. Me agarra de la manga del abrigo y me dice: «tira padentro». Ten amigos para esto.
Desde fuera se ve pequeña, y desde dentro, claro, lo es. Por lo bajini me explica que en ella recuperan gafas viejunas («vintage» como decimos ahora), las remodelan o conservan o les dan brillo y esplendor para que vuelvan a ser ponibles. Mi amigo me conoce. Sabe que soy una puñetera friki de las gafas –solo hace falta verme — y el hecho de no haber entrado nunca en Wilde no era por ignorancia sino por protección. Paseando la mirada entre las pocas estanterías en las que descansan las gafas mi ojos brillan y mi Visa llora.
Diseños setenteros y ochentosos, monturas de madera, pantallas gigantes y pasta indestructible. Gafas para paladares finos y atrevidos. Para hipsters de pura cepa. Y encima de la mesa una caja que esconde el tesoro: una serie de monturas de la marca Cazal –ni zorra, oigan — que como me explica el dependiente –acorde con la tienda súper cool, mega amable y sencillamente maravilloso — es una marca alemana que recupera los modelos de gafas de aquellos hiphoperos que se mataban a tiros en los ochenta. Osea: compro. Bueno. No compré. Pero lo haré. Vaya si lo haré.

Es uno de los descubrimeintos nuevos del barrio. Solo hace un mes qye vivo en el Raval y aunque cada día hay novedades en mi camino, ésta es una de las que más me gusta. Wilde es una minúscula tienda y cuando digo minúscula hablo de tamaño «caja de cerillas», que venden gafas. Peor no son unas gafas cualquiera, nooooooo… son la auténticas gafas retro de los años 40 en adelante. Hay una colección de unos 40 gafas que van desde los 50 a los 200 euros. Hay una variedad extrema, de colores, con monturas de pasta, y formas de aviador… Me contó el chico que estaba trabajando alí, que al principio fue una colección personal como una pasión por los lentes, pero que después decidieron poner algunas a la venta.

Andamos muy faltos de tiendas como ésta en Barcelona, por desgracia.
Y, especialmente, de dueños de tiendas vintage como el propietario de Wilde, tan conocedores y apasionados de lo que venden, tan extremadamente educados y encantadores y con tan buen gusto.
Estoy hablando de una tienda de gafas vintage chiquitina y de reciente apertura al final de la calle Joaquín Costa y muy cerca de Riera Baixa, meca condal de la segunda mano. Pero las monturas que venden aquí en realidad son nuevas, es decir, son partes de stocks desde los años cincuenta hasta los ochenta que nunca han sido usadas y se han conservado de manera óptima hasta la fecha. De hecho, según me contaba su dueño el día que entré por primera vez, son gafas pertenecientes a su colección privada (puede que parte sea heredada de su familia, ahora no lo recuerdo exactamente) que ha ido reuniendo durante treinta años en varios lugares del mundo donde ha vivido. Auténticas joyas, vaya. Además si alguna no te va grande o pequeña, te moldea la pasta y lo que haga falta ya tengas pinta de comprar o de ser un simple curioso. En este sentido, te tratarán igual de bien: no es un lugar donde se mueran por vender lo que no significa que dejen de atenderte correctamete sino todo lo contrario. Da gusto oirle comentar los detalles de las gafas que has escogido, es un auténtico experto de lo que está vendiendo.
Tienen también una pequeña línea de gafas propia que son reediciones de algunos clásicos. No están mal pero sabiendo lo que tienen en esos cajones, yo no pierdo el tiempo mirando remakes. Quizás te parezca que no tienen mucha variedad pero prueba a decirle algo tipo: «Busco unas gafas de concha, de forma ovalada, con aires 70’s» y prepárate para lo que vas a ver. A-​lu-​ci-​nan-​te. Empezará a sacar y a sacar monturas y, esto es verídico, antes de que te las pruebes ya le tendrás diciéndote si te quedarán bien o no… Y lo clava.
Los precios son razonables, se mueven entre los 50 y los 100 € más o menos y, en muchos casos, hablamos de gafas de primeras marcas (Armani, Dior, Gucci…). Tendrás que buscarte un óptica para que te las gradúen, eso sí, aquí sólo venden las monturas.

Esta pequeñísima tienda situada en el corazón del Raval es uno de los sitios más cool que conozco. Hasta hace unos meses era una tienda de ropa vintage de segunda y tercera mano. Ahora se ha especializado en uno de los complementos que más cuida todo moderno que se precie, las gafas.
En la tienda física no hay muchas donde escoger, pero eso si, son únicas y exclusivas. Dime cuanto de grandes, llamativas y originales son tus gafas y te diré como de fashion eres. Si no encuentras la que mejor se ajuste a tu cara o personalidad, siempre puedes echar un vistazo a la web, donde la colección se amplia.

Es una tienda extremadamente pequeña y extremadamente minimal y extremadamente ordenada y –para los que tenemos una miopía grande o para los que gustan del moderneo contemporáneo de utilizar anteojos con cristales sin graduar– extremadamente deliciosa.
Prevalecen el rojo y el negro (muy Rayban). Y en ella podrás encontrar diseños de gafas antiguas. Los 50, 60, 70, 80… en diseños únicos y exclusivos. Stocks viejos sin usar en estado impecable. Tanto en gafas de sol como en cristales graduados.
El dependiente (guapo, tranquilo y sosegado, ese en extinción que no presiona al comprador) te explicará muy amablemente que si necesitas graduarte, él te proporcionará el lugar idóneo con el que trabajan. Todo controlado, nenes.
Gafas redondas en color caramelo, enormes en amarillo chillón, pequeñitas con estampados de leopardo… Bendito vintage para miopes.