Este microbar puede pasar desapercibido a la vista, pero no al olor. Así que cualquier persona que huela(fumadores compulsivos: igual a vosotros se os pasa, pero siempre podéis seguir el mapa de Unilocal) que se deje guiar desde la playa del Albir y llegará a este escondido rincón de frituras holandesas. ¿Sabéis lo que es el frituur? pues directo desde Holanda llega este maravilloso mundo de nombres ilegibles(aconsejo mirar las fotos y no intentar entender esos nombres raros), o preguntar a los jóvenes que atienden el puestecillo. Dos holandeses rubitos que hablan español como tú y holandés como Van Basten, y que en 5 minutos te servirán algo caliente y rebozado. Probamos las kroquetten(fácil ¿eh?), el frikandel(una especie de salchicha frita, patatas fritas de toda la vida con salsa tártara) y algunas cosas más que no consigo recordar cómo se llamaban, pero que llevaban carne y estaban fritas, eso fijo. Si viniera aquí todos los días supongo que llevaría un par de stents en las arterias periféricas porque tanto aceite no puede ser sano, pero para una vez así cada cierto tiempo ¡me encanta! Y qué decir a Samuel, que lo aten si pasamos por delante, porque se lanza en plancha a este tipo de «guarradas». Están realmente buenas, la verdad, y son rapidísimas de hacer y de comer, pero cansa y es pesado al estómago, hay que tenerlo en cuenta. La atención fue buena y los precios asequibles, solo faltaba. Ahora, les sugeriría un poquito más de atención a la hora de mostrar los productos al cliente(el mostrador tira para atrás), algo más cuidado y bonito, y mucha más limpieza. Me gusta llevarme las patatas en un cartón de esos que absorben el aceite, pero no que me pongan la salsa tártara de un bote enorme abierto desde hace ni se sabe. Seguramente volveremos, porque mira que sucumbimos a veces a estos lugares de comida rápida, pero no llevaría a mi madre en mi vida ¡me mata!