Bar Ferrocarril

Es un bar al que solíamos ir, y ya dejamos de ir durante un tiempo por el trato que nos dieron una de las veces. Pasado un tiempo hemos vuelto (hay que dar oportunidades) y han vuelto a hacer lo mismo. Es una terraza y por lo tanto tu «puedes» ir con tu perro. Primero nos han puesto en una mesa que no entrabamos bien y el pobre animal no podía casi ni sentarse. Pero es que de repente nos dicen que nos pongamos en una mesa que hacia esquina en la que había menos hueco aún. Y para colmo montan una mesa al lado en 2 metros cuadrados para 8 personas empujando las sillas DANDO GOLPES al animal y acorralándole entre las sillas y la mesa, que ha tenido que meterse como ha podido debajo de la mesa. Obviamente me he quejado a uno de los camareros y me ha ignorado completamente. Así hemos cogido nuestras cosas y nos hemos ido y obviamente NO VOLVEREMOS. Les importa más tener a más gente (como sardinas en lata) que el bienestar en el que se encuentren.

El peor bar y/​o terraza al que podeis ir, el trato del camarero hacia mis amigos fue malisimo. Pidieron la cuenta y tardo mas de 15 min en traerla porque se dedico a hablar por telefono sin importarle los clientes. Encima por 4 cervezas pequeñas palmaron 10 €. Penoso no volveremos a ir.

Efectivamente, es un bar de tapeo o de raciones y éstas son excesivamente caras, si bien es cierto que son de buena calidad. El servicio de terraza ha mejorado pero si entras en el establecimiento parecen dos mundos diferentes.
Deberían cuidar un poco más todo teniendo en cuenta los tiempos que corren y la competencia feroz de la zona.

Fuimos a la terraza de este bar una amiga y yo a picar algo. Teníamos que haber previsto lo malo que seria este sitio desde el primer momento cuando comenzaron el típico rollo de camarero agresivo, casi preguntando que queríamos beber sin habernos sentado. El camarero, con una simpatía falsa, no dejo de sugerirnos platos más caros aunque le dijimos varias veces que no teníamos mucha hambre. Cuando al final se dio cuenta que no íbamos a pedir platos de cenar, se fue con una cara de enfado. Luego al traernos los platos, solo los tiro en la mesa sin decir nada. Al pedirle la cuenta regreso su role de camarero simpático para ofrecernos postre, cuando le insistimos tres veces que no, de nuevo salio su cara desagradable. Tuvimos que pedirle la cuenta tres veces hasta que al final nos tuvimos que levantar para ir a pagar a la caja. Antes de llegar a la caja, el camarero simpatía saco su libreta para hacernos la cuenta, ni siquiera nos podía dar la escusa de tener que ir a por el recibo. Comer una ración de croquetas y 4 cervezas nos salir por 19,75…

No confundir con el del número 17 de la misma calle, éste es el clásico bar de barrio, de tapeo, al que puedes ir a ver el Aleti el domingo por el Plus y que mola mucho cuando abren la terracica en primeavera.
En honor a la verdad, nunca he cenado allí, si entendemos por cenar pedir raciones. Porque siempre ha sido suficiente con las tapas que te ponen al pedir las cañas. A destacar, eso sí, por encima de todo, los calamares y los chopitos. De los mejores sitios de Madrid para comerlos… ‘de gratis’, eso sí.