Libropolis

Os voy a contar una historia de miedo que me pasó ayer, Día del Libro. Hacía unos días que tenía uno reservado en la Central de Callao para regalarle a mi novia pero, como era un tomo grande y pesado, no había ido a recogerlo antes. Cuando llegué me encontré con unas tapas destrozadas y un conjunto en mal estado. «Es que es el último y estaba de exposición», me dijeron; «Ya, pero es que cuesta 55 € y no voy a pagarlos por un libro en mal estado». Total, que se lo comieron con patatas.
De aquí me fui a la Fnac, donde lo tenían agotado, y de ahí a la Casa del Libro de Gran Vía, donde tenían tres en un estado lamentable también. «Ve a la de Maestro Victoria», y hasta allí me fui para encontrarme con una copia golpeada. ¿Qué le pasa a la gente con este libro?
También pasé por el Corte Inglés (no sé ni cómo se me ocurre) y, de ahí, desesperado al trabajo pensando que mi señora se quedaba sin su libro y a mí se me partía el corazón. Buscando en Iberlibro di con Librópolis, donde tenían varios ejemplares en perfecto estado aparentemente, así que llamé para comprobarlo y me dijeron que sí, que no había problema, pero que hasta mañana no iban a estar porque era el día que era y estaban en otro sitio. Rasgué mis vestiduras y, viendo lo azorado que estaba, la persona al otro lado de la línea se ofreció a traerme un ejemplar hasta mi trabajo por la noche y yo, que estaba pensando hasta en cogerme un taxi en mi rato de la merienda, vi el cielo abierto.
Y aquí llegó, todo amable y sonriente a la hora de la cena con mi libro bajo el brazo, y efectivamente estaba en perfecto estado y yo concluí mi aventura con mucho éxito y aún conservo a la hembra, y encima me salió un 20% más barato de lo que hubiera pagado en el resto de sitios.
Dicho esto, la moraleja que saco de esto es que, por muy hipster o reputada que pueda ser una gran cadena de cualquier cosa, siempre va a haber alguien con un negocio más personal y chiquitito que les pudiera enseñar a hacer las cosas con un poco de gusto en vez de la acelga y el vinagre con los que fui tratado ayer en todos esos sitios tan grandes de la capital más céntrica, ¡y solo por pedir que el producto que iba a adquirir estuviera en un estado decente!
PD: evidentemente, que esta persona me hiciera el favorazo de traerme el libro no quiere decir que siempre quiera o pueda hacerlo, aunque sé que sí lo ofrece habitualmente en cierto eje porque lo pone en Iberlibro.