Pastelería Ascaso

Conocí la Pastelería Ascaso gracias a una cata de turrones que hicimos allí, y la verdad es que no pude evitar enamorarme no ya solo del sitio, sino también de las cosas que tenían, en especial del turrón Dulcey, que me parece la cosa más maravillosa que nunca nadie antes ha inventado. Así que, cuando vi que la Navidad estaba sobre nosotros, pues allá que me fui y compré sendas tabletas de turrón para llevar a mi familia para que probase.
Desafortunadamente no quedaba del Dulcey, así que me llevé tres leches (que me parece una pasada, pese a lo difícil que es de cortar), turrón de yema y uno de chocolate. Los turrones volaron.
En general estamos acostumbrados al turrón malo, el que cuesta cuatro pesetas bajo una marca blanca de un supermercado random. Este, definitivamente, juega en otra liga. Es verdad que no es barato, pero desde luego que toda tu familia se queda con la boca abierta cuando lo prueba. Las cosas como son.

Lo primero que llama la atención en Ascaso es el escaparate (por favor, mirad la foto, ¿habíais visto antes un escaparate semejante?). Ya solo por eso te dan ganas de entrar a averiguar si detrás de aquello están Willy Wonka y los Oompa Loompa.
Pero no. Está una empresa Oscense que lleva más de un siglo en el negocio, y esa experiencia se nota cuando pruebas sus productos.
Tuve la gran suerte de acudir a su nuevo obrador abierto recientemente en Madrid para una cata de turrones, de cinco de ellos en concreto: el primero de ellos de yema, exquisito, ni punto de comparación con cualquier otro turrón de yema que haya probado antes; el segundo de tres cremas, con base de mazapán y tres mantequillas, de nata, chocolate y moka, espectacular tanto visual como gustativamente; el tercero, este creo que fue el que más me gustó, un trufado de frutas del bosque, creo que tendré que volver para comprarlo, ya lo echo de menos. El cuarto fue otro trufado, este de fruta de la pasión y pimienta rosa de Madagascar, riquísimo, y el último y, en mi opinión, la estrella de la cata, fue un trufado de chocolate rubio con relleno de caramelo. Esta fue mi elección para llevar una tableta a casa para Nochebuena, ya no solo por su sabor, sino por su originalidad y su atractivo visual. Me pareció algo muy especial para sorprender a la familia y compartirlo con ellos.
Impresionante, de verdad, hay que ir allí y dejarse aconsejar por sus expertos y amables dependientes para llegar a hacerse una idea de lo que se esconde tras las acristaladas puertas de la pastelería Ascaso.

La pastelería Ascaso de Huesca ha abierto sucursal en Madrid y lo ha hecho por la puerta grande, con los turrones artesanos más suculentos y con el maravilloso pastel Ruso, que es el que les ha hecho famosos en la ciudad aragonesa. Vale unos 9 € y está de muerte, así que mejor no pasar sin llevarse uno. Los turrones son exquisitos, doy fe de ello gracias a los chicos de Unilocal

Hacía tiempo que no ponía 5 estrellas con pena de no poder poner 25. Y es que Ascaso se merece mucho más que solo 5 estrellitas. ¿Existe el Nobel de dulce?
Tuve la suerte de acudir a una exclusiva cata de turrones en la que pude probar varias especialidades y disfrutar de la historia de la empresa y de los ingredientes y procesos que usan para realizarlas; todo de la mano del dueño, Ramón, que es todo amabilidad y buen humor.
Yo, que no soy muy de turrones, caí rendido ante tan buen hacer con materias primas de primera calidad y procesos que han pasado de generación en generación.
Empezamos por el clásico turrón de yema, pasando por uno de tres cremas, un trufado de frutos rojos y otro de pimienta rosa y finalizando con uno de «chocolate rubio» que, en mi opinión, era el más especial; además, el concepto «chocolate rubio» era totalmente nuevo para mí y me encantó. Todos estaban exquisitos. Sinceramente, son los mejores turrones que he probado.
Los precios, a la altura de lo que comes, pero valen cada euro que pagas por ellos. Si los regalas, aciertas seguro.
Así pues, visitad Ascaso si quieres morir por dulce y quedar como Dios regalando turrones.

Ascaso recién llegado a Madrid, ha llenado mi corazón de dulzura:
El local ocupa una esquina de manzana y tiene la entrada justo en el cruce de las dos calles, haciendo que el visitante entre por el centro de la tienda y tenga una visión global de ella.
El establecimiento es muy agradable, ofrece una sensación de calidez inmediata. Tiene una zona más externa de mesas altas con banquetas muy cómodas forradas en tela y la zona más interna, tiene los mostradores de productos. Destaca la forma de ofrecer estos, cada uno con un empaquetado y envoltorio diferente, acorde a lo que ofrece y a la conservación que necesita: dulces coloridos en papeles transparentes o trufados en cajas más rígidas que se abren casi mágicamente. Y es que aquí nada es casual, COMO DEBE SER, todo está estudiado y planificado para conseguir la excelencia.
El personal es una maravilla, son muy amables y atentos. Yo tuve la oportunidad de ir en un evento Unilocal y me entusiasmó la forma de tratar el producto desde los ingredientes de altísima calidad hasta la elaboración artesanal de los mismos. Para que tengáis una idea, con el turrón «tres cremas» (que hay que mantenerlo en frío), para cortarlo hay que emplear un cuchillo especial que hay que calentar mucho previamente y limpiar después de hacer cada corte de la barra de turrón. Esto evita que se mezclen sabores de cada capa, ¿se cuida o no se cuida el detalle?
Los productos son sublimes. Se nota que se cuida la experiencia del cliente para que vuelva y no le importe gastarse más para obtener una gran satisfacción. La presentación es increíble, el sabor y el fundido de los ingredientes en tu boca es incomparable una vez lo has probado. Y es que una vez sabes de qué trata esto, comprendes que el kilo de turrón o trufado ronde los 33 €, puesto que un ESPECTÁCULO de este calibre en tu paladar hay que pagarlo.
¿Volveré? POR SUPUESTO, ya me he llevado un tronquito Dulcey a casa y he generado gran expectación.

Hay pocas cosas mejores que hacer tierra patria sacando pecho de «lo oregonés» y es que un pajarito me había chivado que una de mis pastelerías de referencia (sino lo más) de la zona alto-​aragonesa había abierto un local en la capital del reino, si a esto le añadimos la oportunidad de disfrutar de sus turrones conseguimos una flexión del chocolate-​tiempo única en la vida !!!
En el local se respira paz, elegancia y estilo, cosa muy de agradecer cuando el producto está a la altura de lo ofrecido por «Ascaso», soy consumidor de sus superlativas tartas y rusos desde pequeñito y he de reconocer que no han perdido la esencia con el «traslado» a tierras madrileñas, empapando de su experiencia cada centimetro del lugar. Único pie de página el café, que a mi juicio no alcanza el nivel sobresaliente del resto de productos (cosas de ser un Marzoccolibán) a pesar de estar muy bueno.
Para una merienda prueba sus rusos, para un cumpleaños su tarta de chocolate y para un regalo sus excelentes tabletas de turrón, sin duda Ascaso es un magnífico local para todos aquellos que amamos el dulce en cualquiera de sus variantes.