Ayer fue mi cumpleaños y quise celebrarlo como de costumbre: cenando con mi pareja en un buen restaurante. Tanteé por internet buscando algo especial y descubrí este lugar, catalogado por los dueños como«nuevo concepto de bistró» y recomendado por los críticos como uno de los locales de moda en Madrid. Además, estaba muy cerquita de donde me encontraba, en el barrio que más frecuento, así que me decidí a reservar para probar. Llegada la hora nos acercamos, no sin cierta cautela, pues ya he salido escaldado varias veces de los restaurantes de moda… Este ocupa el local donde antes estuvo la Taverna Siciliana y de ella conserva el toque italiano y los precios elevados, aunque la propuesta es más moderna e internacional. En realidad, nunca estuve en la Taverna, sólo en su «hija» la Tavernetta… En fin, el caso es que llegamos a Rita, subimos(el restaurante está arriba), ocupamos nuestra mesa y aprovechamos para observar el ambiente. La decoración es moderna y ecléctica, en ese estilo que tanto se lleva ahora, sobre todo en este barrio de Justicia: mesas, sillas y lámparas de diferentes formas y épocas componen un marco agradable. La iluminación más o menos tenue y la música de fondo que no llega a molestar. La clientela, sobre todo mujeres tipo«Sexo en Nueva York»: pijas ricas cargadas de bolsas, que vienen de compras y se reúnen con las amigas para cotorrear. Mucho guiri que llega a Madrid y busca en internet el sitio de moda para ir a cenar(como había hecho yo)… De entrada, el ambientillo me echó un poco para atrás, pero era hora de ver la carta y empezar a cenar, llega la hora de la verdad. Lo típico en este«bistró» por lo visto es tomar pizza con champagne, pero nosotros no pedimos ni una cosa ni otra. Me parece una barbaridad acompañar una pizza con un champagne carísimo, así que optamos por pedir vino blanco de Rueda verdejo. Para comer, pedimos un entrante para compartir y luego un plato cada uno. Y lo mejor es que todo estaba exquisito: tanto el «carpaccio de pez mantequilla con tartufada y vinagreta de frutos y tomates secos», como la «carrillera ibérica estofada con trufa blanca y pastel de patata» y por supuesto los«gnocchetti Don Quijote glaseados con moscatel, crema de manchego y rúcula». Repito, todo estaba delicioso, casi lo peor fueron los postres, aunque no estaban mal. Pedimos un tiramisú y una crema de gianduja con tierra de nosequé y helado de nosecuantos. Estaban ricos, pero no tanto… El precio fue algo elevado, pero no me costó pagarlo porque aún estaba saboreando los deliciosos platos. Y es que, cuando voy a un restaurante, lo que quiero es comer bien. No me importa si está de moda, si está animado o hay gente famosa, lo importante es la comida. Ya sabemos que hoy en día cenar en un buen restaurante sale caro, pero a mí me cuesta pagar un dineral si como mal o me quedo con hambre. De Rita&Champagne salí satisfecho, con la cartera más ligera, pero la tripa llena. Fue un buen final para un estupendo día de cumpleaños, en un restaurante interesante que se convirtió para mí en una sorpresa agradable. Basándome en mi experiencia, lo recomiendo, incluso es posible que vuelva.