Verdoy

Indique qué elemento no encaja en el siguiente grupo: lápiz, rotulador, bolígrafo, zapato. Pues bien, el Verdoy es, en plena plaza de Chueca, el zapato.
Para hacer tiempo al impuntual del grupo elegimos éste lugar para ir tomando algo, no por su terraza, ya que llovía, ni por su fachada. Sólo porque estaba allí y era un bar normal.
Pienso que si no tienes un local llamativo, todos tus esfuerzos deberían ir enfocados a ofrecer una buena calidad-​precio y que prime el «aquí se come bien». Y si encima estás en un enclave tan bueno, el resto seguramente venga solo. Pero ni recibimos calidad, ni el precio era acorde.
Tardaron bastante en atendernos, tanto para servir como luego para cobrar. Eso sí, amables al menos. Unos montaditos de pan algo duro y unas tapitas de tortilla con chorretón de salsa brava para enmascarar lo seca que estaba. La cerveza y el tintito fríos, como debe ser.
Con un poco de mimo, podría ser un lugar a tener en cuenta.

Lo bueno de este bar es que está en plena plaza de Chueca y su terraza es más ignorada que las del resto de locales seguramente por lo poco atractivo del lugar. La ventaja es que es fácil encontrar sitio en ella. El interior ya es otro cantar: el tan popular estilo estación de autobuses del 98, bien de halógeno y de mesas de plástico. Una vez, durante las fiestas de Chueca, me moría de hambre y este fue el único sitio en el que pude encontrar un bocadillo, un bocadillo de pan duro y fuet cuestionable, pero un bocadillo al fin y al cabo y, a esas horas, fue recibido como agua en el desierto.
Recomiendo que si se para aquí, sea para beber algo: cerveza o zumos, refrescos etc. El camarero viene rápido, sin necesidad de insistir demasiado o de intentar hacer contacto ocular (algo muy molesto) y siempre te ponen algo con la consumición.

Les salva que tienen una enorme terraza y que casi siempre hay sitio, pero fue un poco cuadro cuando, al aparecer el camarero para atendernos, le pedimos una botella de vino blanco (éramos tres y, total, nos la íbamos a beber igual) y nos dijo que no tenía ningún tipo de vino blanco frío, que solo le quedaba media botella.
Al final resultó que lo único que le quedaba era una copa, así que tuvimos que cambiar la mitad de orden por el camino. Fue una pena, porque el tipo era muy simpático y se disculpó mil veces, pero lo cierto es que por no levantarnos yo terminé pidiendo un tinto de verano y uno de mis acompañantes un tinto.
Para los precios que tiene, que no son nada baratos –aunque entiendo que está en pleno Chueca y eso influye en el precio – , uno se espera más excelencia no en el servicio, pero sí en la disponibilidad de las bebidas.

Un bareto como hay un ciento y la madre. Ni mejor ni peor. Pero con el aliciente de tener terraza a la plaza de Chueca.

Proper Madrid cafeteria. If it isn’t famous in Spain it should be.
Super strong café con leche with excellent friendly service among hungover party goers and local tradespeople stopping for ‘desayunos’
It’s located in the square just by the Chueca metro and presents a truly authentic slice of life in the Spanish capital.

El Verdoy es como la aldea Gala de Asterix en el imperio romano. Un enclave imposible de conquistar por la estética moderna que prolifera en la mayoría de los bares del barrio de Chueca.
El Verdoy es el reino de la fritanga, de los amantes de los «bares manolos», de las escenas surrealistas de las dos de la mañana. Su poder lipófilo es tan grande que muchos adeptos al glamour del néón y la bola giratoria de discoteca se cuelan en él para cargar su cuerpo con las calorías necesarias para aguantar las noches de excesos etílicos por el imperio romano.
Lo interesante del Verdoy está dentro del bar. En verano la terraza se llena de romanos, se globaliza. Recuerda, dentro está la marmita.