Desde que llegué a Asturias en mis vacaciones de agosto no dejaron de recomendarme visitar La Espina así que lo tuve muy claro cuando un domingo mis amigas de Oviedo vienen al oriente asturiano a hacerme una visita, aunque cambiemos de provincia para la comida. Reservé unos días antes para 6 personas a las 15 horas de un domingo. El día anterior llamé de nuevo ya que daban bueno para cambiar la reserva a la terraza si posible ya que además llevamos un perro con nosotros. Llegamos y nuestra mesa está esperando. Pedimos cervezas, agua y vino. Unos chupitos de ajoblanco mientras ojeamos la carta. El pan es una maravilla y está calentito, hay de dos tipos: de trigo y de maíz. Decidimos pedir todo para picar: — Cecina de buey con un queso delicioso del cual no recuerdo nombre pero era de la zona. — Pastelitos de centollo: acompañados de unos panecillos caseros, son un escándalo. — Croquetas melosas de jamón: melosas de lo más, sabor tremendo, crujientes por fuera cremosas en el interior. Mi tipo de croqueta. — Huevos trufados hechos a baja temperatura con salteado de boletus: no apto para amantes de tortillas cuajadas, para mí lo mejor. — Steak-tartar de vaca Tudanca: punto perfecto de todo. — Pulpo a la brasa con puré de patata: no como pulpo, dicen que estaba bien bueno. De postre pedimos los 5 postres que tenían en la carta: tarta de manzana con helado de praliné, chocolate con chocolate, chocolate y más chocolate, tarta de queso, cuajada y una especie de mousse de chocolate con una textura un poco más densa con maracuyá y salsa de frutos rojos. Deliciosos todos, ninguno defrauda lo más mínimo y lo digo yo que no soy especialmente dulzona. Dos botellas de vino, varias botellas de agua, unas cuantas cañas y todo lo indicado salimos a 27 – 28 € por persona. El servicio muy bueno, la comida deliciosa, y el entorno y decoración del lugar bonito.