Habíamos reservado a las 14.30 pero nos presentamos antes ya que empezaba a llover y estábamos cansadas de dar vueltas. Éramos tres personas y pudimos escoger entre varias opciones de asiento. Hicimos bien en entrar sobre las 13.30 porque luego era un hervidero de gente. La carta extensa, había opción de menú(sobre unos 20 euros al ser fin de semana) o la opción de escoger entre carnes(o no miré bien o no había opción de pollo), pescados, ensaladas, pastas y arroces. Me sorprendió gratamente que tenían un anuncio que explicaba que se podía pedir pasta y fideuà sin gluten(pese a que justo ese día no podían ofrecerme la fideuà y me quedé con las ganas). Cuando les expliqué la típica serie de cosas que debo controlar la chica tomó nota para preguntar en cocina para saber qué recomendarme y me ofreció pan sin gluten(pese a ser de los congelados al estar recién horneado estaba bastante bueno dentro de lo que es un pan sin gluten). Al final nos decantamos por la carta. La dorada de una de mis amigas era enorme acompañada de patatas, mientras que mi otra amiga y yo nos decantamos por una fideuà normal y una paella de pescado para mi(quizá un poco más de cocción le hubiera venido mejor). La presentación es cuidada pese a que por comodidad en la mesa a veces no haría falta tener unos platos tan grandes(parece que la comida se vaya a perder por allí en el espacio/tiempo). La paella y la fideuà la sirvieron directamente en la mesa y eso me gustó mucho. Ellas tomaron postres que por lo que me dijeron estaban de vicio(pese a que luego la sed general era enorme). Copa de vino, aguas, fanta de limón y café con hielo incluido sumaron unos ochenta y pico euros, así que unos 27 por persona… no está del todo mal. Nos dejaron pagar en tres veces con tres tarjetas ya que somos un despiste y nadie llevaba metálico… así que eso les da un plus. El servicio muy bueno y el ambiente fenomenal. Volveremos.