De toda la vida. Una de las mejores carnicerías de Sevilla, por la gloria de mi madre. Ella compraba aquí, y yo, como buen hijo, sigo sus sabios pasos y sus maternales consejos, es decir, que si mi madre compraba aquí, sería por algo. Es más, durante años he dado fe y buena cuenta de la calidad de los productos cárnicos de esta espléndida carnicería. En un primer vistazo al magnífico escaparate, así como el que no quiere la cosa, te da la sensación de que es un negocio un tanto prohibitivo para según qué bolsillos. Pero no debes quedarte en el escaparate. Tienes que entrar, y comprobar por ti mismo que hay de todo. Cosas baratas, y cosas menos baratas, tirando a caritas. Vale. Ya estás dentro. Sigue mirando. Bueno, antes que nada, sé educado y saluda al dependiente, que te está mirando –hola, buenos días, venía a ver…-, y sigue investigando. Lo primero que encuentras es calidad por todas partes, orden y limpieza. También, variedad de productos, no sólo carne. El negocio se ha diversificado y, aparte de carne, jamones y chacinas, ofrece una amplia gama de productos que, en cierta manera, están relacionados con la carne, su preparación y acompañamiento, como aceite, picos, salsas, etc. Pero lo mejor que tiene el establecimiento es el olor, esa mezcla de aromas a chacinas ibéricas y carne fresca. Sólo por eso, ya merece la pena entrar. Lo dicho, aquí venden calidad, y dentro de esa calidad, esto es una carnicería, no una churrería, ni una hamburguesería, hay cosas baratas y menos baratas. De ti depende lo que quieras gastar, y lo que quieras comer. Lo que también te digo, es que, una vez que pruebes la carne que aquí venden, no tendrás más remedio que volver. Crea adicción.