Inés nos fue conduciendo poco a poco hasta Viapol. Íbamos a tomarnos algo cerca de casa, pero a cada manzana que pasábamos nos decía «está aquí al lado» y nosotros conociéndola, ni opusimos ni nos frenamos, si al final nos divertimos nos lleve adonde nos lleve. La cosa es que había quedado con unos amigos en La Doma y entre cerveza y cerveza nos ponían aceitunas y se nos iba abriendo cada vez más el apetito hasta que Alex abrió veda a las tapas. Inés se pidió su serranito querido, yo una tapa de paté de pato con mejillones y Berto queso de cabra con cebolla confitada. Estaban riquísimas y para ser tapas las sirven con una cantidad generosa. No le vi mucho de especial, salvo que la comida es buena y el precio también. Y aprovechan lo poco que tienen de acera como velador. Particularmente eso no me hace mucha gracia, ya que es una zona bastante transitada y tengo que estar pendiente de prestar paso, del bolso, de no estorbar…
Enrique H.
Évaluation du lieu : 4 Sevilla
Era una tarde de verano de hace un par de años, acabábamos de sacar las entradas para una representación de teatro clásico en «Las Noches de la Buhaira», pero había que matar el tiempo de espera para el comienzo de la función de alguna forma y decidimos ir a tomar algo. Paseando por la zona de Viapol y viendo que no había mucho donde elegir, ya que era agosto, Ana recordó al existencia de una pequeña bodeguita a la que acudía en sus años de estudiante en Sevilla: La Doma, en la calle Balbino Marrón, muy cerca de la escuela de Empresariales. Nunca había estado pero me resultó familiar porque, sin serlo, parece uno de los típicos Picaderos –me refiero a los bares, no penséis mal– que hay por muchos lugares. La decoración es muy parecida a la de estos, con el mundo del caballo como protagonista. Me tomé un montadito buenísimo y algo que pedimos para picar, estábamos tan a gusto allí, charlando y tapeando, que se nos quitaron las ganas de ir a ver la obra, pero ya no había escapatoria. Como cabía esperar, hemos regresado en otras muchas ocasiones; ya no entiendo pasar por Viapol y no tomarme una cerveza en La Doma. Solo le fallan las tapas frías(una vez pedí unas papas alioli que estaban duras como piedras), pero todos los montaditos son una delicia y la carne mechada, tal y como la preparan, merece un monumento. Además, son muy simpáticos y con tres veces que vayas ya se acuerdan de tu cara y te dan trato de cliente habitual.