Riscart

El abuelín de mis dos chuchos, Chewbacca, es un cruce de caniche y pequinés, se da un aire al famoso perro de los 90 Pipín que se iba de casa con la maletita, ¿alguno de mi quinta lo recuerda? Yo era fan, lo reconozco. El caso, Chewbbie necesita cortarse el pelo cada seis meses mínimo porque no se deja cepillar como debería. Así que tengo bastante experiencia en lo que respecta a peluquerías caninas. He probado muchísimas y a Riscart lo he llevado un par de veces. La primera descarté volver porque me pareció caro el precio, 20 euros, aunque lo dejaron muy «fashion» con un pompón en la cola y la cabeza muy bien recortada (lo más difícil en un buen corte de pelo a mi perro). De eso hace tiempo, bastante. Empecé a probar con otras peluquerías con desigual resultado hasta que la peluquería donde lo estaba llevando cerró. Como el pelo de Chewbbie ya estaba enredado a más no poder lo volví a llevar a Riscart a la desesperada y para mi sorpresa como cinco años después ¡sigue cobrando 20 €!
Además ahora el servicio es muy completo (a lo mejor también lo era antes pero con lo del precio no me fijé en otros aspectos), por ese precio le da un baño antiparasitario, le corta el pelo y las uñas, le vacía las glándulas, le hecha cien mil productos que me dijo y no recuerdo ni para qué eran… Vamos, mucho más de lo que me hace a mi el peluquero. Nada más le falta un masaje. La tienda se complementa con todo tipo de accesorios, desde huesos y correas a una buena selección de ropa (difícil de encontrar hasta en reconocidas tiendas de animales sevillanas).
El dueño, Diego, se nota a la legua que es un gran entendido en el mundo animal y sobretodo en la peluquería canina por los comentarios que hace y porque además del servicio de peluquería te aconseja si le ve alguna patología al perro ya sea física o psicológica. Así que si queréis llevar a vuestro amigo peludo a un spa baratito, al lado de la parada de metro de Amate tenéis el sitio perfecto.