Centro de Salud Fuente de San Luis

Desde la primera vez que lo pisé, mareada como un piojo por el vértigo y sin tarjeta sanitaria valenciana (tenía que hacer todo el papeleo para tramitarla de Canarias a Valencia, y sacar cita urgente con el médico de cabecera) me atendieron muy bien. Las instalaciones la verdad que no se desmarcan de otros centros de salud (ni siquiera en otras comunidades autónomas) pero sí me sorprendió la eficiencia de los funcionarios, será que estaba acostumbrada al ritmo más relajado de otros lares. Las colas para ser atendido van en orden y sorprendentemente rápido. De momento sólo he pasado por medicina general, pero también quedé satisfecha con el trato recibido por el médico de cabecera.

Jamás en la vida he asistido a un centro de salud donde haya tenido que esperar ni un ratín. ¡Si he tardado más en encontrar el centro en sí que en hacerme la prueba y tramitar resultados!
La Guindi tiende a armarse con un libro porque las esperas suelen ser desesperantes y no ha salido de debajo del sobaco.
Mi primera aproximación fue el mostrador de recepción. La chica que me envía directamente a donde tengo que ir a la vez que le grita a otra chica con bata que qué tal las vacaciones.
Dirigirme a donde me mandó la chica y encontrarme sola y con la puerta abierta. Dos golpecitos en la puerta y me hacen pasar: dos profesionales la mar de majas que, al ver que soy nueva, me explican detalladamente el siguiente paso.
Vuelvo al hall a coger número y… ¡Zas! Justo es el mío. La chica también muy amable, recoge mi prueba con una sonrisa y la etiqueta y me manda a depositarla a otra ventanilla.
Pensaba yo que aquello se iba a convertir en una gymkhana, resulta que sin hacer cola, entregas el frasquito en ventanilla y te vas a tu casa.
Si tenía cita a las 8:30, estaba en casa a las 8:45 y he de decir que tardas en coche cinco minutillos. Vamos, que en diez minutos estaba todo hecho. ¿No es maravilloso?

Necesitaba actualizar este comentario como mi cortadito matutino o el comer helados en verano, porque me he sentido tan apoyada y acogida en este centro que merece, una vez más, todos mis respetos y buenas palabras.
Desde que empecé a ir a las sesiones semanales de preparación al parto, quedé encantada con el personal. Pero después de tener a mi hijo, he estrechado aún más mis lazos personales con algunas de las trabajadoras del centro de salud (principalmente matronas y enfermeras de pediatría), y sólo puedo decir que son grandísimas profesionales y encima mejores personas. Es muy complicado hoy en día encontrar un apoyo así en los momentos más sensibles de tu vida (recién parida y con un bebé de pocos días), pero aquí te acogen con los brazos abiertos y se dedican a eso: a abrazarte en todos los sentidos. Empecé a ir al taller de lactancia antes de dar a luz porque las mismas matronas de la preparación al parto me lo recomendaron y ¡qué acierto en mi vida!
Los primeros días de lactancia (si lo has vivido sabrás a lo que me refiero, si no ven a mí o a ellas cuando te ocurra) son duros. Tenemos mil dudas, no sabemos la postura correcta con la que que hemos de sostener al bebé, ni si mama bien o mal, si saca leche, si no saca, te duelen los pezones como si te clavaran alfileres (o cuchillas), se te hacen grietas… En fin no voy a hablaros de este capítulo (que es un mundo en sí), pero quiero dejar muy claro y con nombres lo agradecida que estoy a todas ellas. Puri, Chelo, Cintia, Julia, Marivi (son las que yo más he tratado, pero seguro que me dejo a alguna) ¡os quiero! Qué personas más amables, cuánta paciencia tienen, cómo saben, cómo ayudan, qué amor más desinteresado por su trabajo, da gusto estar con ellas, reír y llorar en sus consultas.
Para que tengáis datos más concretos, el taller de lactancia es todos los viernes del año a las 10,30 de la mañana en el gimnasio de matronas de la planta tercera. La sala es lo que hay, no muy grande, pero allí se da un apoyo inmenso a cientos de mujeres (y sus parejas, aunque van menos) para instaurar algo tan natural como la lactancia y que, por desgracia, desapareció prácticamente en más de tres y cuatro generaciones en nuestro país. Lo mejor de todo es que se trata de un apoyo social, al que tú también tienes derecho, y por tanto gratuito. Puede venir cualquier persona, no hace falta que sea tu centro de salud, y las he conocido que vienen desde Castellón, Terual y pueblos recónditos sólo para recibir su apoyo y sabios consejos. En definitiva, 5 (mil) estrellas para este centro, las personas que hacen posible que marche a las mil maravillas y mis mejores deseos para que dure por siempre. El día que les dije adiós porque me incorporaba al trabajo me saltaron las lágrimas, y es que han sido un apoyo total, como una familia, durante estos cinco meses. Me llevo maravillosos recuerdos, incluso amigas.
Caer en sus manos ha sido lo mejor que me ha pasado después de ver la cara de mi hijo al nacer, gracias a todas las personas que forman parte de él: profesionales, mamis y papis, bebés y hasta a las colchonetas del suelo. ¡Volveré algún viernes, seguro!