Sorprende este gimnasio pequeño y céntrico y con prestaciones cómodas y un ambiente ni aparatoso ni presuntuoso, sino llanamente correcto y confortable, para una moderada clientela que se nutre del personal de oficinas y establecimientos del eje comercial y de negocios que supone la calle de La Paz. Tampoco es que cuente con lo último en aparatología ni que hayan sumado las últimas modas de fitness, pero lo compensan con un trato cercano, un precio de matrícula razonable y atención personalizada. El establecimiento se mantiene intacto prácticamente con sus estética razonable deudora de los años 90 y tampoco se ha inclinado por asimilar otras facetas del cuidado personal(estética, saunas, etc…), por lo que la propuesta es cómoda y coherente y con una clientela fija y reconocible, en unas instalaciones pulcras y que tampoco dan cabida al bulto de clientela impersonal que se hace previsible en espacios más grandes. A mediodía no hay nadie y se puede aprovechar para desarrollar el circuito de aparatos con total comodidad.