El dueño de este bar me recuerda mucho a Mauricio Colmenero, ¿será que se inspiraron en él? Lo ignoro, pero parece que van a salir el resto de personajes de la serie de Aída de un momento a otro. Fuimos a probar unas tapitas una mañana de domingo, ya que tienen cerveza Turia, y la verdad es que sus croquetas de jamón eran jugosas, cremosas y con mucho sabor. También nos sacaron una tapita de ajoarriero, rico y nada fuerte. Tienen otras muchas tapas originales y el sitio invita a sentarse, por la terraza tranquila, que da a Conde Altea y Maestro Gozalbo, y por una sala interior espaciosa y limpia. No sé si estaba lleno porque era domingo o porque tenían la oferta de tapas con Turia, pero la chica(que estaba casi sola en la terraza) iba como loca. Me sabía mal hasta pedirle porque iba a toda velocidad y se le acumulaban las cosas en la barra y en las mesas. Al rato, Colmenero vino a echarle un cable pero la pobre seguía sin dar abasto. A pesar de ello fue amable, y aunque faltó un poco de agilidad al servirnos, no llegó a molestar a nadie de la mesa. Por dentro el local es amplio y está bien para familias y grupos, si bien me pareció un pelín oscuro. El baño es amplio y estaba muy limpio, un detalle importante siempre. La cocina es mediterránea y cuidada, volveremos a probar el menú y a ver con qué otros platos nos sorprenden.
Néstor V.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
El idioma español tiene un montón de palabras. ¿Por qué usar siempre las mismas? Di ciervo en lugar de cerdo, alfalfa en lugar de lechuga, orza en lugar de bote o carrillera en lugar de morro. Y combina vocablos que suenen bien juntos. Codorniz y escalibada, pochas y caballa, chistorra y sidra. A los que vienen en pareja, júntales un tercero: chipirones, tinta, arroz. Es lo que hacen en Labarra: jugar con las palabras. Su carta tiene un vocabulario culto y sonoro, que se corresponde con una cocina de sabores igualmente variados, precisos, selectos. Y aunque hay mesas, como mejor se paladean estas raciones es de pie, animadamente, en la barra. Cuando en cualquier bar devoro con gula bravas y calamares, puedo comer como un cerdo. Si prefiero degustar platos distinguidos e inusuales, vengo a Labarra a comer como un ciervo.