Haciendo honor a su nombre, este restaurante tiene una bonita escalera de madera para subir al piso de arriba que posiblemente con anterioridad fuera la «andana» de la casa o el desván en castellano. Por cierto, recomiendo vivamente solicitar una mesa en este espacio, el más pintoresco del restaurante por tener colgado en sus paredes enseres y herramientas propias de la vida en la zona y por sus techos abuhardillados. Su fachada no anuncia lo que vamos a encontrar en el interior, pasando más bien por la de un bar convencional. Intentando buscar nuevos públicos, el local ofrece una oferta muy atractiva para el turista: un menú de arroz con bogavante como plato fundamental y acompañado con pan con tomate, patatas bravas, mejillones al vapor(aunque en Valencia, en castellano o valenciano, no se os ocurra pedir mejillones, porqué os sacarán una lata en conserva, mejor utilizar la palabra en lengua propia: «clotxines») y bebida, más un paseo en barca ¡por sólo 21 €! y 30 €, si preferís una paella en vez del meloso; eso sí, el «pack» es para dos personas mínimo. Otra posibilidad es optar por las estupendas anguilas al horno y para rematar la cosa, activando la opción «pro» y si sois un número de unos seis comensales, pedid la selección de postres de la casa: ¡bendeciréis mi nombre!