Mantequerías Castillo

En esta céntrica esquina de Valencia se encuentra una de las tiendas gastronómicas más antiguas de la ciudad. Si será así que lleva casi un siglo abierta. Se trata de la mantequería Vicente Castillo y es fácilmente reconocible por sus elegantes y selectos escaparates.
Son expertos en ofrecer productos de calidad de embutidos, aceites, conservas y todo lo que esperas encontrar y más en una tienda de este estilo. Por no hablar de los vinos y jamones que colgados, dan un toque muy castizo al local (como no podía ser de otra manera). Cuentan con una gran variedad de las más distinguidas marcas en todos los artículos, haciendo de tu visita una experiencia «gourmetiana» al cien por cien. También tienen en estas fechas navideñas un servicio de cestas sumándose a su habituales lotes de regalo para bodas o eventos especiales, bien expuestas para que cualquiera las pueda apreciar.
Desde luego este es uno de los mejores sitios de la ciudad, no solo por la calidad de los productos sino por la buena presentación y profesional atención.

Imposible ser valenciano y no conocer este lugar porque su situación está tan visible que vayas en coche, paseando o en bici te lo encuentras.
El interior del local es bastante rústico, con un aire antiguo (aunque llevan casi un siglo en el mismo lugar, es lo más normal), madera oscura, vigas en el techo y ladrillo cara vista en algunas zonas.
Tiene una zona que es para realizar catas de vinos y demás, con unas vistas a la Gran Vía muy bonitas, con una decoración en la misma línea sobria y clásica.
Puedes entrar a comprar algún producto selecto, como hago yo de capricho alguna vez o reservar cestas de navidad o lotes de regalo que ahora que llega Navidad a más de uno le vendría de maravilla.

En los albores de siglo, cuando el primer Castillo se animó a fundar una tienda de comestibles, no podría ni imaginarse que acabaría siendo lo que es hoy: una referencia en Valencia para la compra de productos delicatessen. Y es que la saga Castillo se ha labrado, con esfuerzo y perseverancia, un hueco en el pódium de las tiendas más selectas de comestibles. Aquí podemos encontrar los Porsches y Jaguars de los quesos y jamones, así que si te quieres marcar un homenaje, o marcárselo a alguien de buen comer, Mantequerías Castillo es tu tienda.
Sólo el hecho de entrar ya es una gozada. El escaparate de jamones, bien dispuestos, bien apetecibles, es un espectáculo para la vista. A parte tienen una colección de quesos espectacular, tanto nacionales como internacionales, destacando ésta última por que tienen quesos de los lugares más recónditos del planeta. Completan el local, mucho embutido de calidad, conservas, vinos y otros productos delicatessen, todos ellos de la máxima calidad que ofrece el mercado.
Una cosa interesantísima que ha hecho el nieto del fundador es colocar unas mesitas en la parte de arriba del local para improvisar una comida o un almuerzo sin excesivas complicaciones. Todo un acierto del que sin duda su abuelo se sentiría mega-​orgulloso.

Con más de noventa años de historia, esta mantequería es una de las míticas de la ciudad. Yo cuándo busco alguna delicatessen prefiero buscar en lugares menos concurridos o conocidos porque en estos sitios además de pagar lo especial del producto pagas la ubicación de la tienda. Sin embargo alguna cosa he comprado como por ejemplo un pasta gigantesca que no paraba de llamarme desde el escaparate y que me costó un pasta pero que siguiendo las indicaciones del amable hombre que me la vendió me salió divina.
Lo cierto es que vale la pena visitar este lugar y quedarse extasiado ante las maravillas que venden, todo de extrema calidad. Los jamones, los quesos, los embutidos, las conservas y por supuesto los vinos. Estos últimos pese a no tener una gran cantidad como en otros sitios de la misma índole sí suelen tener lo mejor de lo mejor.

Ubicado en la privilegiada esquina de la calle Ruzafa con Gran Vía, este venerable establecimiento -«since», como dicen ahora los modernos, 1916– es una de las tiendas de delicatesen más reconocidas de la ciudad. Quesos singulares –casi todos de leche cruda, por cierto-​, maravillosa sección dedicada al jamón, lomo de caña, varios tipos de foie… en fin, todo lo relacionado con materias prima de primerísima calidad está a su disposición en este elegante e impecable establecimiento en el que no falta, por supuesto, la bodega.
De hecho, Vicente «Chente» Castillo, nieto del fundador del establecimiento, es un amante del vino, arte que domina como bien me demostró invitándome a degustar con él una extraordinaria botella de Mauro, un gran tinto de Ribera de Duero. Lo hizo en la parte superior del local, donde, por encargo, organiza comidas o cenas (también tienen cocina) o catas de las mejores bodegas.
En resumen, para los amantes del buen comer y mejor beber, Mantequerías Castillo es una referencia inexcusable.