Para mi será toda la vida el Perejil, así lo llamaban en casa y así se me ha quedado en la memoria. Supongo que será por el color verde idem de su exterior. De todas formas el Perejil, es un nombre mucho más apropiado, corriente casero, y no Marinaleda, que sugiere un aire bello, elegante, inexistente en este bar. Y ¿qué puedes encontrar aquí? Un montón de señores jugando al julepe. No pidas más. Este local es uno de esos especimenes que se mantienen siglo tras siglo sirviendo cafés copas y cervezas al personal que acude como si de un centro social se tratara a jugar a las cartas. De vez en cuando también puedes ver a un grupo de trabajadores tomando café, y nunca, nunca, a una mujer. La especie autóctona es el señor mayor con puro,(siguen llevándolo aunque esté apagado) que pasa las horas en pandilla echando la partida. Yo pensaba que conforme los seres humanos se renuevan este bar cambiaría o estaría condenado a la desaparición, pero no. Se ve que hay una especie de código genético que se desarrolla en los hombres de esta zona y que hace que, aunque nunca antes hayan pisado el Perejil, a partir de los 50 se conviertan en fieles. Misterios sin resolver.