Los más de 20 años que viví en casa con mis padres he estado yendo a esta peluquería de barrio porque es a la que va mi madre toda la vida a cortarse el pelo, hacerse las mechas y ponerse a punto. Siempre la dejan guapísima, la verdad. Mi primer recuerdo es de un día que llegaba del cole y entré(me había dicho mi hermana que estaba mi madre dentro) y me fui disparada a los brazos de una señora que estaba con el difusor colocado, pero cuál fue mi sorpresa cuando escuché a mi madre desde la otra punta de la peluquería decir(entre risas, como no): «María, pero si estoy aquí». Nunca he pasado más vergüenza en mi vida y me fui corriendo sin tan siquiera disculparme con la señora a la que había aplastado… Creo que no pasaba de los 6 años. Pues desde antes ya iba a que me dejaran el clásico pelo de «casco» que he llevado en los 80, la melenita con gancho o pañuelo de los 90, y la vuelta al pelo corto en versión casco modernizado que llevé en el 2000. Me han peinado en varias ocasiones para bodas familiares, una de las cuales fue la de mi hermana mayor y aquí sí que hicieron una hazaña de revista. Tuvieron que arreglarme un destrozo que me había hecho una«amiga» el día anterior a la boda(eran los 20 años, qué le vamos a hacer), en el que se me ocurrió dejarme guiar por sus tijeras de cortar la carne… Pues de ahí salió un maravilloso peinado de boda, cortísimo claro, pero muy bonito. Creía que mi madre me mataba al verme entrar con el pelo lleno de trasquilones y después del arreglo de Navarro se relajó bastante. Siempre se lo agradeceré… El trato con los clientes es inmejorable, te cuidan mucho y son muy agradables tanto las chicas como el peluquero y dueño, Ángel, y su mujer, Pilar. Mi madre sigue yendo, como no, y yo aunque me pilla ya muy lejos de casa volveré seguro, porque es casi la misma sensación que tengo al volver a entrar en casa de mis padres.