Yerbas Vivas

Paseando con mi pareja por la calle de las cestas, descubrimos que había una tienda de nueva incorporación, así que no dudamos en entrar a ver que se contaba de nuevo y lo que pude descubrir allí me gustó y mucho.
Una nueva herboristería y tienda de productos naturales que tanto me gustan. Allí pude encontrar una especia que llevaba mucho tiempo buscando y que no había encontrado en otro sitio además de otras muchas que me llevé por capricho.
En el centro de la tienda jabones naturales de todos los olores… de chocolate (Sí también cargué) y de lavanda mi favorito.
Y, mi gran pasión, el té. Estantes y más estantes repletos de té de todos los sabores y olores, y para poder comprobarlo, puedes olerlo en unos cuencos preparados para el efecto. De rosas, de chocolate, de regaliz… no me pude resistir, y me los llevé todos!!!
Si es que no puede ser conmigo…
En otro estante había comida natural, polen (que lo odio porque de pequeña me hacían tomarlo todos los días) e incluso miel de panal, con el propio panal!!! Que me sorprendió sobremanera…
Un lugar encantador donde encontrar aquello que te hace sentir bien tanto por dentro como por fuera…

Aunque parezca mentira he descubierto esta tienda este verano pasado.
Iba yo en mi bici camino de Barón de Cárcer, pedaleando y esquivando peatones, y mi olfato detectó algo, desde hace un par de años mi olfato ha ganado en calidad, gracias una nueva medicación que tomo para las alergias… vuelvo!!! que me voy por los cerros de Úbeda…
Iba pedaleando con mi bici y mi olfato detecto algo, una fragancia, no, una no… mil millones de fragancias, de olores, a flores, a campo, a naturaleza, a ropa limpia, a comida, a miel, a bosques… creía que me estaba volviendo loco, pero si estoy en mitad de la urbe, ¿cómo es posible? Mis pedales siguieron a mi nariz, y me encontré frente a una tienda: Yerbas Vivas…
Durante 5 minutos permanecí inmóvil oliendo, simplemente oliendo… disfrutando de dicho acto, la gente entraba, salía, compraba, gastaba, yo por el contrario no hacía nada, salvo permanecer allí, quieto e impasible… simplemente disfrutando del acto de oler.
Mi móvil hizo ring, un amigo que me decía «¿dónde estás?, que llegas tarde y tenemos reunión». Colgué, anoté mentalmente «volver por esta calle, obligatorio», y me alejé de allí pedaleando.
Y ahora, desde ese día, siempre paso por esa calle, pedaleando, y siempre me detengo a oler… huele como deberían oler las cosas… el mundo sería mucho mejor.
¿Y entrar? La verdad, nunca he entrado, me conformo oliendo, me coloca, me lleva a un mundo distinto, lo que si que he hecho es detenerme a observar las caras de la gente cuando salen, sus caras reflejan sonrisas, bienestar… Estas navidades entraré y me dejaré el sueldo comprando jabones, tés, y demás cosas, seguro…

Esta herboristería tradicional emplazada en la conocida calle De las cestas es cuanto menos una visita obligada. Hoy en día, cuando casi nada se escapa a los procesos químicos y la mayoría de los componentes ni los conocemos, resulta todo un oasis en el desierto poder entrar en una tienda, donde el jabón no se presenté en un dosificador al estilo Mercadona.
Este es un sitio que me hace acordar a la imagen que tenía de las Indias de pequeño. Además, lo tienen decorado como las viejas botigas de comienzos del siglo XX. Las especias se agolpan en los diferentes sacos, haciendo pequeñas montañas de colores y aromas, con sus carteles con los precios y sus bolsitas a peso. La variedad de jabones, que son sus artículos más representativos, son naturales y hay de todos los tipos imaginables. Uno se pregunta qué fue de la vieja pastilla y por qué hemos pasado al jabón líquido. Puedes elegir entre todos los aromas, colores y formas. También disponen de hierbas medicinales para infusiones, además de cosméticos naturales.