El lugar está muy bonito, el estilo no se logra identificar del todo. Digamos que se podría catalogar como ecléctico. Hay muchas escaleras, así que si hay alguien con silla de ruedas, muletas o carriola pasará un mal rato tratando de llegar a su lugar. La vista es increíble y eso es lo más llamativo del Le Kliff. La comida está muy bien presentada aunque los precios son elevados comparados con las porciones entregadas. El sabor es bueno y la variedad de platillos es limitada. Los problemas que encontré fueron varios: desde que llegamos pareciera que los meseros tenían prisa pues ni siquiera nos dejaban tomar fotos por presionarnos en que ya debíamos de pedir, al menos, las bebidas y alimentos para los niños. Fueron muy insistentes en que ya tomáramos asiento para ordenar. El lugar NO es recomendado para niños y no cuentan con cambiador en sus baños. Nos cobraron una bebida que no habías pedido y que ellos aseguran que nos sirvieron. En conclusión creo que vale la pena visitarlo pero revisen bien cuando les sirven ya que en esa misma tarde a la mesa junto a la nuestra también les llevaron una bebida de más y terminan diciendo«nosotros, por error, les pusimos una bebida de más pero ustedes se la tomaron»