Creo que, como la mayoría de las personas, odio los dentistas. Sin embargo a veces no queda más remedio que hacerse el ánimo e ir a solucionar los dolorosos problemas bucales que a uno lo aquejan y no hay nada mejor que ir con alguien que le inspire confianza en todos los sentidos. A la doctora Raquel la conocí por recomendación de mi mamá, quien llegó aquí de pura casualidad un día que vio una promoción de un núcleo dental a una cuadra, llegó, estaba muy lleno, decidió irse y pasó por aquí. Se bajó a preguntar y ver qué onda y desde entonces Raquel se volvió la dentista familiar. Su consultorio es discreto desde afuera, pero es cómodo y súper limpio. Nunca te da desconfianza la higiene en este lugar. Lo que más aprecio de venir aquí es la honestidad de la doctora. Siempre me dice cuando un problema requiere atención inmediata, me da varias alternativas, e incluso me recomienda lo que ella, en mi lugar, decidiría, por lo que tengo plena confianza de que los procedimientos que me recomienda son únicamente los necesarios y no los que a ella le conviene que me haga para que le pague más. Sus precios son dentro del promedio, aunque seguido ofrece promociones para limpiezas.