Pachamama

A veces, la vida te mantiene cerca de las cosas que acostumbras desde pequeño, esas cosas que te dan algo así como una identidad, que normalmente pasa desapercibida ante tu conciencia porque la tienes frente a tus narices. Pero el camino se dobla, se mete por otros rumbos y de repente te encuentras en una tierra extraña, nueva, ajena, donde pocas cosas te devuelven esa identidad que de repente y sin querer aflora en tu mente, te hace sentir la nostalgia, el sinsabor de la ausencia. Siendo un oriundo de tierras lejanas, de la tierra de la fritanga, de los tamales de hoja verde, de la fragancia de las hierbas, y las tortillas de maíz de verdad, esa identidad se ha madurado en mi orgullo de decir que la comida de donde vengo es mas sabrosa y variada. En resumen, esa tierra ajena (y ya no tan ajena) es esta, Monterrey, cargada de identidad y orgullo propio, pero donde puedes encontrar rincones que, en lo personal, me devuelven un retazo de lo que llamo sabor de hogar. Uno de ellos es el restaurant pachamama, (nombre derivado de la deidad inca que da estructura a la relación del humano con la naturaleza); aquí el fuerte son las quesadillas, hechas con tortillas de maíz al puro estilo del centro-​sur de México, y con ingredientes colo: champiñones, huitlacoche, flor de calabaza, tinga, chicharrón prensado… en fin, tendrían que probarlo ustedes mismos y juzgar porque en lo personal me parecen deliciosas; también pueden contar con hamburguesas o huaraches. Ahora lo saben, buen sazón, precio aceptable y un aire diferente a lo cotidiano lo hallarán en pachamama… provecho.

Todo el sabor del sur en el norte, qué maravilla. Los huaraches son otra onda, desde que llegué a este lugar ya no lloro tanto por el D.F. la comida de aquí tiene un sazón totalmente fuera de lo ordinario. El ambiente está a todo dar, ponen música de todo estilo y los chavos que atienden te tratan chido, no son groseros y no se les ve la cara de «kill me please».
Las hamburguesas están mounstrosas, la carne se desborda del pan, se ve algo obsceno pero aaah que bien saben las condenadas.
Y las quesadillas ni se diga, con tortillas largas y recién hechas son otro rollo, sientes un placer en tu paladar que en mi caso, me robó el aliento, y obvio terminé devorándolas.
Lo chido del lugar es que es muy cerrado, da la sensación de intimidad y cercanía.
Y no solo venden comida, te vas a topar con cada sorpresa, por ejemplo la venta de las chichas, tabacos de sabores, cigarros de sabores, encendedores de diferentes formar entre muchas cosas más.
Venir a comer con mis amigos aquí, es pasar un rato de lujo, me gusta tanto la comida, el ambiente, los precios… en fin, todo!