Café Internet

El hombre prendió de manera automática la computadora y revisó su correo para descargar la información. Una vez logrado aquello, se quedó mirando el documento, luego el mismo párrafo, la misma oración, la misma palabra. ¿Qué demonios dice?, pensó a todo momento, mientas su mirada se clavaba cada vez más en la pantalla. Le habían pedido traducir varios PDFs muertos, los cuales databan de los años cincuentas. Sin embargo, las fotocopias que recibió estaban tan mal hechas, que la manuscrita en el texto parecía un montón de trazos ininteligibles. Aunque el zoom estuviera al máximo, su cabeza se rompió en todas las combinaciones posibles y entonces yo sentí pánico como si no pudiera traducir el texto. Intentando calmarse, el hombre prendió un cigarrillo, y al tiempo que miraba las volutas de humo ascender, la sensación furtiva que lo materializaba en el café internet, se fue disolviendo porque le dijeron que no podía fumar adentro del lugar.