Corintio

A decir verdad, no puedo hablar de este negocio por experiencia propia, pero sí por la de mi novia. Este giro de negocios, a saber, las sasterías, paree ser que está en peligro de extinción, pues tengo la impresión de que cada día hay menos. Cosa que es de llamar la atención pues yo me imagina que todos nosotros, al menos una vez en nuestras vidas, hemos tenido la neceidad de reparar algunas de nuestras prendas. Quizás la cultura del desperdicio y de la desechble sea la culpable de lo que menciono, pero da gusto ver que, al menos, en algunas colonias es aún posible encontarse con este tipo de negocios.
Como comenté más arriba, yo no puedo presumir el que haya mandado algún traje mío para ser enmendado. Ese honor le corresponde a mi novia y uno de sus vestidos. Hace un par de años, mi novia compró un vestido (por cierto, de precio considerable) que, como toda buena mujer, utilizó una vez, lo guardó en su clóset y no lo volvimos a ver en varios años.
Si embargo, un buen día de verano, uno de nuestros mejores amigos decidió embarcarse en la aventura del matrimonio, y para celebrar a lo grande el evento, nos mandó a todos a Acapulco a presenciar su boda. Ante esta situación, mi novia tuvo el tino de, en lugar de comprarse nuevamente un vestdo, utilizar uno de los que tenía que, además, queda perfecto para la ocasión. Pero dio la casualidad que durante esos últimos cuatro o conco años que el vestido ahbía permanecido guardado, mi novia se dedicó a hacer ejercicio y ahora el vestido le quedaba algunas tallas grande. La crisis comenzó,
Afortunadamente, teníamos unos cuantos meses de llegar al rumbo y encontramos, por casualidad, este pequeño negocio. Mi novia llevó su vestido ahí, se lo probo, lo midieron y nos dijeron que regresaramos el viernes por la tarde (por cierto, ese día era lunes). Yo en realidad no entiendo mucho de esas cosas pero debo decir que, siguiendo las palabras de mi novia, el vestido le quedaba a la perfección. Así, en cuetión de cinco días, nos libramos de hacer un nuevo gasto para asistir a la boda (lo digo pues debemos de tomar en cuenta los gastos que este tipo de eventos sucita cuando son a 500 km de distancia) y se recuperó un vestido para poder ser usado cuando menos dos veces, todo a un precio bastante bajo y que, admitámoslo, tiene un aire de romanticismo propio de épocas antiguas.