Huset

El lugar está hermosoooo, tanto de día como de noche se ve súper lindo! Toda la comida está excelente! Cambian su menú y va variando pero lo que probé (el salmón) me encanto. El pan de entrada es exquisito

Perfecto. Hice reservación del aeropuerto hacia allá, en cuanto llegue nos recibieron con una mesa en uno de los salones. Tuve la suerte de que una de las personas con las que iba conociera al chef y cocino para nosotros recomendándonos desde las entradas hasta los postres, pasando por el vino. lo más memorable de esa tarde, LOS POSTRES. EL ARROZ CON LECHE, LA TARTA DE HIGO Y UNA NATILLA DE MAMEY. Prometo regresar.

Perfecto. Hice reservación del aeropuerto hacia allá, en cuanto llegue nos recibieron con una mesa en uno de los salones. Después de eso, antes de comenzar el mesero muy amablemente nos pasó a una mesa en la zona de abajo. Tuve la suerte de que una de las personas con las que iba conociera al chef y cocino para nosotros recomendándonos desde las entradas hasta los postres, pasando por el vino. lo más memorable de esa tarde, LOS POSTRES. EL ARROZ CON LECHE, LA TARTA DE HIGO Y UNA NATILLA DE MAMEY. Volveré

Se que el Sr Neb-​orska Kavorsky le da 5 estrellas y besito en la frente a este lugar, y no lo voy a desmentir, sólo que el vino a comer.
Yo hablaré de como me fue en el desayuno.
Extrañamente no hubo nadie excepto una o dos mesas durante todo el tiempo, el sol pega «conmadre» y no hay ni media sombrillita (refúgiate del sol en las mesas pegadas a la casa). Los platos estuvieron regulis (yo me pedi las enfrijoladas rellenas de chorizo y creo que me cayeron medio mal), y lo que de plano no tiene madre y esunescandalounabuso es el dedal de café que te sirven sin chance de refill en 40 pesotes. Sin hacérselas muy de tos, por 4 personas, un plato cada uno y café, pagamos 1000 baritos de desayuno.
Tienen una parte techada, un cafecín en la parte de abajo llamada Homie, y me cuentan que la casa es un Airbnb. En la parte de atrás indica que hay un Yoga droga pero durante todo el tiempo que estuve no vi ni media chica linda salir de ahí.
En resumen, nada del otro mundo, no se que tal esté la comida, pero la experiencia del desayuno se las paso al costo.

Visité Huset un domingo. El lugar me gustó, pero no puedo decir lo mismo del desayuno ni del servicio. Le daré una segunda oportunidad a la hora de la comida.

Pos ahí les va la primera del 2016…
Vine en domingo a la hora del brunch y llegue en bici, tristemente el rock para estacionar las bicis esta chafa ya que no caben para poder estacionarlas. El lugar es primoroso, al aire libre por lo que es ideal para un día medio nublado y sin lluvia porque el solecito, la lluvia se convierten en no amigos a falta de techito.
El servicio es muy amable, la comida es rica, la cantidad varía dependiendo de los platillos. Por ejemplo: los chilaquiles y las enfrijoladas vienen muy buen servidas pero el huevo poché viene porción como de muestra. El café aunque rico, la cantidad es una tomada de pelo, las tazas son petit y no hay refil.
Cuando llegamos a la cuenta en verdad que me decepcioné fueron más de 900 pesos por 4 personas en donde cada una pedimos huevito, chilaquiles, enfrijoladas y cafés (varios por ser tan pequeñà la taza)
Todo esto hace del lugar un sitio caro más no costoso. Ojalá dieran las porciones que cobran sobre todo en el café que es un must a la hora del desayuno.
Si regresaré porque me late darle otra oportunidad ya que el lugar me encantó y el servicio fue amable.

Delicioso delicioso delicioso
Es un lugar pefecto para una buena comida, como si estuvierad en casa y que tu abuela te prepararia de comer.
De verdad se pueden lanzar con los ojos cerrados.
Vayan

Deliciosa comida para un domingo en familia. Propuesta culinaria de nivel en un ambiente campirano chic: grava, mesas de madera, focos colgantes, vajilla de cerámica y barrio, música hipster chill y un mural de Seher One. Aunque empieza la temporada más fría, la terraza tiene una cubierta que permite sentirte en exteriores sin preocuparte de cualquier amenaza de lluvia. Un tequila o mezcal ayuda a generar calor y tienen buenos cocteles también. El menú (que cambia cada día) me hizo salivar, finalmente decidimos tomar dos entradas y dos platos fuertes para compartir: primero, gnocchis con hongos y parmesano (¡exquisitos!), un ceviche de marlin (meeeh, lo hubiéramos podido saltar) y luego dos delicias: el pollo rostizado que llega en una sartén caldosa (mucha mantequilla, hierbas, uuuf) con vegetales y el pulpo con lentejas que estaba cocido a la perfección y con una textura suave como pocas veces he probado. Acompañados de pan focaccia calientito, ¡son para chuparse los dedos! Me hizo pensar en los programas de Gordon Ramsay y lo que decía mucho: «simple, honest food». La gula no se detuvo ahí, tenía que preguntar por los postres. Con uno hubiera más que bastado pero, entre que no podíamos decidir y nuestro mesero nos dijo que no eran «tan grandes, para una persona», pedimos el pay de limón y la tarta de higos con helado de dulce de leche. Fue un exceso de azúcar, la verdad. Un postre era más que suficiente para dos personas. Lo bueno es que así quedó para llevar a casa un poco. ¡Qué comilona!