El día que la lavadora de la casa empezó a hacer un ruidito extraño mientras trabajaba, me preocupé como cuando un hijo estornuda y moquea ¡¿qué será?! Cuando terminó el ciclo me di cuenta que la hebilla de una blusa se había atorado en una de las aspas… ¡Qué alivio! Pues cuando lavo a mano los bíceps piden clemencia luego del enjuague de varias prendas. Por eso entiendo a quienes no tienen lavadora o que por cuestiones de tiempo necesitan quién les eche la mano. Si tú eres uno de esos y vives cerca del Museo de Cera aquí encontrarás ese servicio. Sólo pasar frente al local sabrás que tus prendas quedarán con aroma a suavizante de telas, además de que harán honor al Power Whitening de su nombre. Te las entregarán dobladitas en un paquete, listas para usarse. Además tienen servicio a domicilio para que no tengas que lanzarte por ellas. Olvídate de tallar, enjuagar y tender, aquí te ayudarán y entenderán, bueno al menos yo sí porque sin lavadora nomás no me hallo.