Parque ecológico Loreto y Peña pobre

Te despiertas, vas al parque y tomas tu clase de yoga en el área verde, cuando cierras los ojos solo escuchas a las aves cantar, sin ningún motor de coche, después, ahí mismo, desayunas un plato de papaya orgánica con hotcakes y una infusión especial de chai, te queda tiempo para recorrer el parque y disfrutar un rato más de tu tranquilidad, cuando salgas será otra historia pero mientras, te olvidas de que estás en un lugar inmerso en la gran ciudad, cerca de un centro comercial y una zona de oficinas.
El parque ecológico de Loreto y Peña Pobre es pequeño tesoro en la Ciudad y un lugar que se ha mantenido así desde hace varios años. Cada una de las personas que trabaja ahí tiene la misión de ser consciente de su entorno y compartir su conocimiento con los demás. La casa del pan «Papalótl» que cocina con ingredientes orgánicos y de manera artesanal, el pequeño huerto orgánico que pone a la venta sus productos, los artistas que hacen talleres para crear con elementos reciclables, la casa solar que te enseña que es posible hacer funcionar una casa con celdas solares. Un lugar que te pone en contacto contigo mismo a través de entender la importancia de cada cosa en el planeta.

Uno de los pulmones de la Delegación Tlalpan se ubica a un costado de lo que fuera la fábrica de papel del Loreto-​Peña Pobre y que ahora está vuelto un centro comercial perteneciente al grupo de Carlos Slim, es un sitio por el que mucha gente que labora por la zona pasa pero que pocos conocen, es el Parque Ecológico de Loreto y Peña Pobre.
Admito que es un lugar muy bonito y bien cuidado, en parte por la cantidad de gente que vigila la zona y también por la cantidad de reglas que se especifican a la entrada de este parque en donde es prohibido jugar con balones, entrar con mascotas o con bicicletas o tablas de skate, para que uno pueda sentarse a la sombra de un árbol y cómodamente aclarar la mente y los pensamientos que tenemos al sur de la Capital.
Por si el plan es comer en un sitio alejado del ruido del tráfico de Avenida San Fernando, casi entrando existe una gran variedad de restaurantes que ofrecen múltiples viandas para descansar y respirar al mismo tiempo. Si no conoces dicho parque, anímate y ven un fin de semana para pasear o comer algo sabroso mientras la naturaleza te rodea, seguro que te darán ganas de volver pronto.

Es un excelente lugar no sólo para niños y adultos.
Perfectamente recuerdo la dedicación y paciencia con la que eramos tratados cuando pequeños asistíamos, para ir a los cursos de reciclaje y pintura.
El lugar siempre luce tan verde y bien cuidado. Es ideal no sólo para pasar el rato, también puedes ir al restaurante ubicado dentro del Parque.
La tranquilidad es maravillosa y si pasas por el exterior, junto a la reja que te lleva a Plaza Inbursa, te podrás topar con algunos de los animales, como los ciervos que se encuentran en cautiverio.

A mi parecer, mientras que la gente que quiere disfrutar de esta ciudad nos concentramos tal vez en la Colonia Condesa, Chapultepec, Coyoacán, o el Centro Histórico; el parque de Peña Pobre me parece uno de los lugares más subestimados de la Ciudad, y bellos.
En contra esquina de un comercio de muebles rústicos de madera que tiene ya una larga fama de vender calidad y variedad a buen precio; está este parque en el que he visto que imparten talleres de artes plásticas para niños, o al menos, con seguridad, de actividades manuales con pinturas y diversos materiales. Hay también un restaurante en donde he comido pasta con algunos amigos, y retengo perfecto en la memoria las ventanas a través de las cuales es visible el bosque que se extiende en este lugar. Estoy seguro que en mi próxima visita me adentraré a caminar entre ese conjunto de árboles, después de comer una rica pasta y haberme tomado una copa de tinto.

Junto a Plaza Cuiculco, al sur de la Ciudad de México, hay un parque ecológico que muy poca gente conoce: el Parque Ecológico de Peña Pobre. Está sobre Avenida San Fernando, esquina con Insurgentes. La verdad es que este lugar me gusta mucho y me trae buenos recuerdos; mucho tiempo trabajé en unas oficinas cercanas a este lugar, así que a la hora de la comida me encantaba venir aquí a dar una pequeña vuelta y sentarme en una banquita.
El parque es muy pequeño pero muy tranquilo, hay la suficiente seguridad para que vayas con niños o solo. No se permite jugar en las áreas verdes, pero te puedes sentar en el pasto y relajarte un buen rato. Es importante que sepas que no se permite la entrada de alimentos, pero si quieres pasar y comer algo hay varios restaurantes que valen la pena, entre ellos la Casa del Pan.
Hay algunos locales que venden comida naturista, comida vegetariana, otros te enseñan a pintar o hacer artesanías, etc. Si no traes mucho dinero, puedes entrar y comprar una refresco, una hamburguesa, unas papas a la francesa o un dulce, y comerlo en una banca. Un lugar muy relax, para despejar la mente un rato.