Si ya se dieron su vuelta por el Museo Dolores Olmedo y les toco aventarse la fila kilométrica para entrar a ver su más reciente exposición de seguro les toco aventarse uno de estos taquitos. No sé si el hambre es canija, pero la verdad la carne me pareció muy buena, sin molestas grasitas o nervios y las tortillas recién hechas realzan ese sabor al igual que lo jugosito de la longaniza, acompañados con nopales bueno… valió la pena. Si se dan una vuelta en seguida los reconocerán por el humo y el olor que inevitablemente hace se te antojen.