Trece Lunas

Desde hace tiempo varias personas ya me habían recomendado este lugar. Sin embargo, creo que tardé en tomar su sugerencia y esta se volvió obsoleta con el tiempo ya que lo que encontré en mi visita esta lejos de ser algo «para recomendar».
El lugar es bonito y agradable, la decoración es interesante, pero eso no suficiente para proveer una experiencia completamente buena.
El servicio que recibimos fue terrible. Ya había escuchado hablar de ese «slow food» que para mi termina siendo una excusa impuesta por el restaurante.
Esperamos bastante tiempo por la comida. El plato fuerte llegó antes de la entrada. Ademas estaba frio y parecía que había sido abandonado en la cocina por lo menos unos 20 minutos. El platillo era «comida del dia» (milanesa empanizada, arroz y frijoles) el arroz y los frijoles estaban frios y la milanesa reseca y de muy mala calidad.
Si van a promover el «slow food» y una espera intolerable, uno espera al menos comida de calidad.
Además, parecíamos clientes fantasmas ya que los meseros nunca se preocuparon en nuestra comodidad como comensales; pasaban de largo y captar su atención era un reto.

Soy muy, MUY fan de este lugar, más sin embargo, la paciencia es una virtud.
Su slogan es ‘comida lenta’, y vaya que sí… pero si vale la pena. Por lo general siempre está de moderadamente lleno a lleno dependiendo de la hora que vayas, por lo que hay que estar consciente de que puedes tardar en conseguir mesa, y aún más si quieres sillones de esos super cómodos que tienen.
El concepto es como un café tipo alternativo, con mentalidad ‘go green’ y con platillos hechos en el momento. La decoración se compone en muebles re-​construidos y reciclados, así como algún otro artículo estrafalario, es una casa antigua enorme de dos pisos y terraza con las paredes cubiertas de garabatos y firmas de sus comensales.
Los ingredientes por lo general son de origen natural y/​o hechos por ellos, y cuentan con un horno de piedra donde hacen las foccacias, las empanadas, entre otras cosas.
Si eres una persona la cual necesita aire acondicionado para estar a gusto, entonces no te recomiendo el lugar, aunque a pesar de no contar con dicho servicio, las casas antiguas son bastante frescas y con un abanico refrescan super bien.
El menú es variado. Ofrecen crepas dulces y saladas (mega deliciosas las saladas); empanadas con diferentes rellenos (super recomendables las de carne, ¡uff!), postres como pasteles, galletas, brownies, helados artesanales, canelones, focaccias, entraditas (super recomendables las papas a la francesa, soy super fan) y pues las lunas, que son smoothies de frutas naturales super bien servidos y de diferentes sabores, preparadas en agua o en la leche de tu preferencia (soya, light, entera).
Cuentan con varios juguetes para entretener a los niños, aunque yo no recomendaría traerlos aquí. Primero que nada, el espacio entre las mesas es reducido y dependiendo de donde te toque, los muebles pueden no ser bastante cómodos. Además las porciones son super grandes y no cuentan con muchas opciones para niños, a menos que tus hijos sean de buen diente.
No hay refresco refill, más las limonadas están super bien servidas y si pides una jarra te alcanza muy bien para unas 4 – 5 personas.
Presupuesto: $ 100-​$ 200 por persona dependiendo de lo que pidas, más propina.
Además está en el Barrio Antiguo de Monterrey, que está chidito para tomarte fotos si te sientes artístico saliendo de comer :)

Este lugar y su clientela asidua han vivido en un equívoco tremendo. Slow Food es lo opuesto a Fast Food. El slow es una cualidad que tiene qué ver con métodos de cultivo, con el origen de los productos, con la sensibilidad hacia la comida que se inculca al comensal. Slow no es un adjetivo que tiene qué ver con el servicio que el restaurante ofrece.
Trece Lunas profesa el slow en su servicio a un grado intolerable. Conseguir un mesero que te atienda es slow, la preparación de los alimentos es slow, conseguir que te traigan la cuenta es slow. Lo que ordenamos en mi mesa nos gustó (bebidas y botana bien preparadas y justa en porciones-​precio), lamentablemente, la impresión que deja su comida es opacada, por la lentitud del servicio.
Hace mucho sentido que se permita a los visitantes escribir en las paredes. Hay tiempo de sobra para hacerlo mientras esperas tu platillo.

Hoy fui a comer a este restaurante con un amigo y no fue una experiencia tan buena.
Llegamos y tardamos bastante tiempo en ser ubicados a pesar que no había mucha gente, la decoración del lugar es interesante, pero a veces no sabes si lo que ves es parte del lugar o que simplemente no han limpiado en bastante tiempo. Después de ser ubicados tardaron unos 25 a 30 min en tomar la orden a pesar que dejamos saber a los meseros que ya estábamos listos. Mi orden tardó unos 30 min en llegar, pero la de mi amigo nunca apareció, le recordamos en tres ocaciones al mesero hasta que nos dió una explicación bastante confusa sobre el horno.
Yo pedí una hamburguesa de portobello y la verdad estaba deliciosa! Venia con porción de papas y aros de cebolla. Las bebidas que pedíamos estaban riquísimas! Pero la orden de mi amigo seguía sin salir.
Al final tuvimos que pedirla para llevar ya que estuvimos esperando cerca de 1:30 horas después de pedir la orden para que nos la dieran. El mesero tuvo la osadía de pedir el 15% de propina.
La comida estaba bien, pero el servicio muy malo y lento, además que parece que a los meseros y meseras les molesta que les pidas información sobre el menú, solo me quedaron ganas de regresar para pedir las bebidas.

Este es un lugar muy saludable, localizado en el Barrio Antiguo. Es muy famoso por su variedad de comidas, bebidas y cafés. Siempre tienen unas promociones muy tentativas a la hora de pasar por ahí, que te dan ganas de pararte nada más para probar la comida que sirven. En total he ido 3 veces, y la verdad es que la última vez que fui, me trataron no muy bien que digamos, mi novia por ser propia, les preguntó que si podía tomar una foto del establecimiento y sus interiores, y le dijeron que NO, que no se acepta ningún tipo de fotos en el interior… Se me hizo algo muy tonto, y la verdad merecen esta calificación, porque además de eso, el servicio fue muy lento en la última vez que vine, a la hora de pedir la comida, se tardaron como 50 minutos en traer nuestros platillos, y yo me estaba muriendo de hambre, ningún entremés nos ofrecieron, y nos dejaron la cuenta antes de que termináramos de comer, lo cual se me hizo un poco grosero. Supongo que la chava que nos atendió no tenía un buen día, porque las veces pasadas el servicio fue muy bueno, pero la comida si puede llegar a tardarse un poco. Si pasan por aquí, vayan adentro para que se den cuenta de lo bonito que es este lugar por dentro, y si les gusta algo del menú, pues dense!!!

El día de hoy mi novio, me sorprendió invitándome a desayunar a donde yo eligiera… Así que no dudé en venir a este lugar. Por qué? … Simplemente sus desayunos son fabulosos. Además que este lugar esta increíblemente decorado, te sientes como si estuvieras en tu propia casa.
Creo que este lugar es poco conocido por sus desayunos, hasta tienen una promoción de 3×2. Hoy elegí Chilaquiles rojos y verdes,
con pollo, acompañados con frijoles refritos y guacamole. Y unos huevos rancheros con salsa verde igualmente acompañados con frijoles refritos y guacamole.
Además por sí eso fuera poco, te incluyen en el desayuno un jugo natural de betabel con naranja y un café de olla que esta delicioso.
El lugar tiene música ambiental, que le da un toque mágico, la verdad fue uno de los mejores desayunos que he tenido.
La chica que nos atendió, fue súper atenta, la comida llego muy rápido y caliente.
Fue la manera perfecta de empezar el día!