Presa Abelardo L. Rodríguez

Ay, la Presa. Cuando era pequeña, mi papá nos llevaba a recorrer los limites de la Presa Abelardo L. Rodríguez, qué bonitos recuerdos, llenos de emoción y nostalgia, como siempre todo pasado fue mejor, dicen. Actualmente el camino para merodear por la presa no es del todo seguro, sin embargo puedes ir al Poblado de la Presa que te hace sentir como si estuvieras en una película del siglo pasado, hay muchas rancherías cerca de este sitio, muchos deportistas les gusta practicar el senderismo cerca de este lugar, es una imagen que cualquiera que visite Tijuana debe conocer.
Durante la temporada de lluvias, que es escasa en la zona se puede llenar y llegar a su límite la última vez que tuvieron que abrir las compuertas fue alrededor de 1993, hoy es una zona federal que no deja que el turista se acerque por lo que comenté anteriormente no es una zona de turismo, lo que si recomiendo es que visites los lugares aledaños, porque se ve cercano esta imponente construcción que antes enviaba agua a la ciudad de Tijuana.

Si bien los años de severa sequíà la mantienen en los niveles más bajos de su capacidad, la Presa Abelardo L. Rodríguez es uno de los ejemplos de ingeniería civil más destacados de su tiempo y significa para la ciudad uno de los monumentos históricos más importantes del siglo XX.
El proyecto de su construcción se inició a finales de la década de 1920, cuando era Gobernador del –aún entonces– Territorio de Baja California, el general sonorense Abelardo L. Rodríguez, de quien lleva el nombre. La presa se concluyó diez años después y fue un importante factor de desarrollo para el crecimiento poblacional de Tijuana. No es gratis la frase aquella, conocida entre los tijuanenses, de que quien toma agua de la presa, ya no se va de la ciudad, se queda.
Recuerdo que en mi infancia solía ser un punto turístico muy visitado por locales y foráneos. También haber visto a mis tíos pescar desde sus orillas; y, cuando llegaba visita del «sur», los llevábamos a ver la presa, lo mismo que ahora los llevan al andador de Playas de Tijuana. Solía ser paseo dominical de las familias. Además que, por muchos años, antes de existir el Blvd. Insurgentes, fue la única entrada a la ciudad, viniendo desde Tecate.

Aunque es una zona Federal y se prohíbe el paso a las personas en un par de ocasiones me aventuré con un par de amigas a pasar un rato allí. Debido a que era mi recorrido de todos los días para ir a la preparatoria me gustaba verla, ya fuera en el día o en la tarde. Es un lugar para pasar un rato tranquilo. En aquellas veces que me di la oportunidad de visitarla me dediqué a hacer dibujos o escribir textos con intención poética.
No tuvimos problema alguno por estar allí e incluso pudimos ver a otras personas que también acudieron para hacer una especie de caminata de «exploración» vespertina.
Algunas otras veces que voy de paso en el camión veo motociclistas o gente acampando a las orillas de las –aparentemente– tranquilas aguas de La Presa, supongo que para eso habría que pedir permiso.
Por lo general, y sobre todo en época de calor, pueden verse emerger los postes de luz que están debajo del agua, ya que no está a su máxima capacidad. Mucha gente mayor le teme a que vuelva a estar a su máxima capacidad, pues en 1993 la región se vio azotada por lluvias torrenciales haciendo que La Presa se saturara lo que causó destrozos al paso del agua que albergaba.