Sabores del Cheff

Volvía a mi casa, y realmente no sabía que comer, el horario no favorecíà la elección, cuando iba por avenida Belgrano, la imagen de vidrieras cerradas no era alentadora. Pero como un oasis apareció «Sabores del Cheff» en una calle poco concurrida y con mucho movimiento interno. Cercado por la una red de papeles impresos en tinta negra y fondo blanco, un montón de recetas que se acercan a una rosticería, antes que una comida gourmet, es un sándwich tamaño mole Moli, con un pan que supera la capacidad de las bocas mas grandes.
El hombre que atiende siente una responsabilidad muy grande por el lugar, y sabe que el cliente es un ser invaluable, pero que tiene que llevar todo adelante con una majestuosa compostura, con mas de dos oídos, con mas de dos manos, con una resistencia perenne como un roble en la ciudad.
Yo tengo la capacidad de no pasar desapercibido, y sin pedir nada, él me miro y me dijo «ya sale». Como el ritmo era vertiginoso en un lugar silencioso, esperé afuera a que todo se calmara y comencé con mi pedido original, que realmente no tardó mucho, con una milanesa de pollo entre dos panes con muchos alimentos intermedios. Sin decirme el precio, re pregunté mas allá de que el valor está implantado por todo el local, cuando le dije la cifra, me dijo ¡exacto!, pagué justo, una vez superada la transacción, sellada con el «clin» de la caja, me llevé la bolsa para ir hasta mi casa donde me escondí en el manto de la noche.