Farmacia Castelli

Esta zona está llena de farmacias, por Arijón tenés una por cuadra, y después tenés varias por Ayacucho. Cuando trabajaba a unas cuadras de esta, la elegía porque después me tomaba el cole enfrente, y además, porque si bien a veces tenía que esperar un poquito, me iba bastante rápido.
Atienden un señor, que creo que es el farmacéutico, y una señora, al menos de mañana. Siempre compraba pavadas, algodón he comprado por ejemplo. Pero cuando necesité alguna recomendación, me han atendido muy bien, por ejemplo, un día me salió una llaga en la boca, le pregunté al farmacéutico qué me podía poner, y me dio un producto muy bueno (a mi novio le salen muchas por los nervios, así que después «heredó» él el producto, y le sirvió tanto que lo repuso cuando se le terminó)
También venden chucherías, billeteras, algún set de regalo, cosas que cuando pasaba por ahí me llamaban la atención desde la vidriera.

La farmacia Castelli no es particularmente barata ni es particularmente grande ni está abierta 24 hs. Entonces, ¿qué tiene para distinguirla de las demás farmacias del barrio? Pues, dos cosas: la genialidad de la gente que atiende (si los agarrás a los tres juntos te podés hacer una panzada con los comentarios que se gastan entre ellos y lo divertido que son con los clientes) y que el dueño es absolutamente la mejor persona del universo para ponerte inyecciones.
Al margen de eso, es una farmacia muy buena, pero común y corriente. La atención es muy buena, si necesitás algo que no tienen te la encargan y quizás esa misma tarde o al día siguiente ya lo podés pasar a buscar, tienen una sección de perfumería bastante bien provista y algunas cosas tipo para regalar. Atienden con muchas obras sociales, incluida Pami; ponen inyecciones, toman la presión y hay una balanza para pesarte sin costo. Y hacen envíos a domicilio (en un rango muy muy cerquita, porque es uno de los chicos que va y viene caminando).